Denunciar relato
El sapenco tenia vértigo cuando se encaramaba
por el musgo de la tapia.
Desde ella miraba como el musulmán oraba mirando
hacia la Meca.
El sapenco sube todos los días para tomar el sol y comer
sin prisas, desde el seto.
Todos los días a la misma hora el musulmán reza, y el
sapenco aprovecha para tomar el sol sin ser visto.
Pero cuando come suena igual que cuando pronuncia la eñe.
El musulmán lo descubrió y lo metió en el puchero.
Ese día en casa del musulmán se degustará comida de gran arraigo
popular, sapenco con guindilla verde.
Desde la tapia miles de sapencos contemplan la escena.
Gracias a la eñe, los caracoles Españoles, no volverán a comer
en la tapia del musulmán, y podrán salvar sus vidas.
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