Joanna se levanta a media noche
Por Roberto9
Enviado el 09/07/2014, clasificado en Adultos / eróticos
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Joanna había llegado triste del curso que estaba realizando, pues el último de los ejercicios se lo habían suspendido.
Al llegar a la casa donde se estaba quedando, de Carmen y Rosendo, los amigos de sus padres, su cara de disgusto adivinaba el resultado negativo de la nota. Carmen se le acercó la abrazó y le dio un beso en la mejilla. Joanna apenas pudo decir palabra, venía muy contrariada, pues no se esperaba ese resultado. Siguieron abrazadas durante un momento, mientras Carmen la consolaba y le daba ánimos para superarlo en la siguiente oportunidad que le ofrecieran. En un momento que Joanna separó su cara, acercaron sus labios y se dieron un profundo y largo beso.
- ¡Gracias, muchas gracias!, por ser tan generosa y cariñosa conmigo, te quiero, le dijo Joanna.
- Eres una mujer encantadora, es un placer atenderte, y además eres guapísima, le contestó Carmen.
Tras cenar, en el estado que estaba no se podía ir a dormir, y se sentaron en el sofá de la sala a ver un poco de televisión.
-Déjame que te ayude a ponerte cómoda, le dijo Carmen. Le quitó los zapatos y le desabrochó el pantalón, un botón de la blusa y la ayudó a recostarse apoyando la cabeza en su vientre. Carmen le acariciaba el pelo con una mano, y la otra se la introdujo en uno de sus pechos. Estas suaves caricias te relajarán le dijo. Y efectivamente, pues casi se quedó adormilada hasta que llegó Rosendo a la casa, casi a las 12 de la noche.
Rosendo al llegar pudo observar aquella tierna escena de su mujer acariciando el cuerpo de Joanna, que reflejaba una sensualidad extrema. Carmen le había quitado el sujetador, y desabrochado completamente la blusa, y su mano corría libremente por sus pechos y vientre.
Tras irse cada uno a su habitación, Joanna no podía dormir, y se levantó sobre las dos de la madrugada, por unos ruidos que le llegaban desde la habitación de Carmen y Rosendo.
La puerta estaba entreabierta y no pudo resistirse a mirar, pues los sonidos eran de juegos amorosos, risas y jadeos.
Allí estaban los dos haciendo el amor. En la posición que estaba podía ver la espalda y nalgas de Rosendo como se movían sobre el cuerpo de su mujer. Joanna se subió un poco la camisa del pijama que llevaba y comenzó a tocarse el sexo, deseando que fueran otros dedos los que le acariciaran su entrepierna.
- ¡¡Si, Si!!, ¡no pares! , dijo Carmen.
- ¡¡Me gustas, me gusta hacerte el amor!! , dijo Rosendo.
Joanna estaba completamente excitada, pues nunca había visto una escena así , solo en películas.
Los gritos y jadeos delataban que estaban llegando al final, cuando a Joanna se le escapó un pequeño gritito, y Carmen giró su cabeza hacia la puerta, cruzándose sus miradas.
Joanna siguió hacia el baño para refrescarse un poco, pues creía que con lo que acababa de ver no podría conciliar el sueño.
No cerró bien la puerta, y tras enjuagarse la cara se sentó en el bidé, entrando Carmen, completamente desnuda y mirándola fijamente, con una expresión de lascivia y complicidad.
Sin decir palabra, se dirigió hacia ella y comenzó a acariciarle el pelo con una mano y a juntar sus labios con los de ella. Sus lenguas no pararon de juguetear.
Luego cogió el chorro de agua de la ducha y lo dirigió hacia el pubis de Joanna, que acarició con su mano mientras lo seguía enjuagando.
Y cerrando el agua continuó masajeándole la entrepierna. Sus pechos se rozaban mientras cada una de sus lenguas buscaba secretos en la boca de la otra.
Carmen cogió la mano de su invitada y la guió hacia su habitación. Allí pudo ver a Rosendo que estaba sobre la cama, dormido y completamente desnudo. Vio como los ojos de Joanna se iban hacia el sexo de su marido.
Se acercó a la mesa de noche y sacó un antifaz y unas esposas, colocándoselas a Rosendo que amarró a la cama y dejó sin poder verlas.
Arrastró a Joanna y poniéndola de rodilla le acercó su cabeza hacia el pene de su marido.
- Venga no te reprimas, que se te están yendo los ojos, le dijo Carmen.
Joanna comenzó a chuparlo, deslizando su lengua por el glande, y a introducirlo en su boca, sin despertarse Rosendo, pero cuando el miembro comenzó a crecer por las caricias que le daba con boca y manos, se despertó y preguntó que significaba aquello , pero sin mucho enfado, porque la verdad era que se estaba poniendo cachondo una vez más.
-A él le gusta lo que estás haciendo, dijo Carmen.
Mientras tanto, Carmen acariciaba los pechos de Joanna por detrás y acercó una mano hacia su clítoris para comenzar a masajearlo.
-Así, así, sigue, sigue, me vas a hacer correr una vez más, dijo Joanna.
- Y tu a mi , dejándome acariciarte estoy completamente excitada, le contestó Carmen.
Tras correrse, se recostó en la cama y Carmen, que movía su lengua con mucha habilidad, le recorrió todo su cuerpo, sin dejar un solo rincón que saborear.
Joanna se sentó sobre el mástil erecto de Rosendo que entró con gran facilidad en aquella joven cavidad ávida de ser taladrada, completamente lubricada por las dos corridas anteriores. Joanna comenzó un movimiento de sube y baja sobre aquel miembro, que hizo dar nuevos gritos de placer a su propietario.
Una oleada de espasmos recorrió el cuerpo de Joanna, mientras Carmen la acariciaba, con una mano su clítoris, y con la otra sus pechos, apretándolos y pellizcando suavemente sus pezones y ella sin dejar de cabalgar a Rosendo.
- ¡Me estás haciendo gozar como nunca!¡Estoy a punto d estallar! , ¡asi!, ¡asi!, ¡eso es, eso es! ¡si!, ¡siii! ¡me corro!, ¡me corro! Dijo Joanna
Los gritos de satisfacción de Carmen y Rosendo acompañaron los de Joanna y aquella habitación se llenó de olor a sexo y satisfacción, y ya nadie se acordaba del resultado nefasto de aquella nota de examen, durmiendo plenamente los tres en aquella amplia cama.
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