LA NEBULOSA

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                                             LA NEBULOSA

 

            El otro día entre papeles extraviados de tiempos pasados, iba rescatando de los cajones de mi pequeño escritorio de madera de pino, recuerdos de tiempos pasados. En ellos aparecían escritos de una infancia plagada de textos transmitidos por quienes eran los encargados de difundir tales ideas, en las que prevalecía la educación para la fraternidad, la paz, la justicia, la filantropía, la igualdad, el respeto, la tolerancia, la solidaridad, la honradez y un sin fin de valores y principios morales y éticos. Que con el tiempo serían en gran medida grandes ideales.

           Habiendo visto como aquello acabaría siendo fruto de confrontaciones, contrastes, conflictos internos y desilusiones, al hacerse adulto y al ver como funciona la auténtica realidad en el engranaje de la existencia humana.

            Viniéndome a la memoria el famoso libro  El árbol de la ciencia de Pío Baroja, en el que se plasman las expectativas de aquel estudiante de medicina como se ven frustradas, y a medida que más se adentra en ese ambiente estudiantil mayor se hace el desengaño, desencanto y repulsión por cuanto se encuentra, motivado por la falta de sensibilidad y escrúpulos por parte de los que allí se hallaban. La serie de acontecimientos que se suceden no compatibilizan en absoluto con su carácter y su mayor probidad, enriquecida por la bella persona que se esconde detrás del protagonista de la novela.

          Llegando uno a la conclusión de que ese niño que se hace hombre y que está sometido a numerosas circunstancias a lo largo de su desarrollo, cuando es ese niño quien se esconde en el alma por más que pasen los años, ya como venía a decir Rainer Maria Rilke aquello de que “la infancia es la patria de todo hombre” y si dicha infancia, adolescencia, el prematuro hombre y el posterior se ven sometidos a tales transformaciones que acaban por llevar a uno al adverso de cuanto éramos o creían que deberían de ser las cosas, según nos la habían intentado mostrar.

           Cuanto de lo que llegamos a entender y ser de alguna manera, acaba por permanecer como la escarcha a la intemperie del sol naciente, ante los desagravios de tan mal expuesta vida desde los enternecidos primerizos años.

         No creo que sea preferible educar en una nebulosa ficticia y que cada cual con el tiempo sufra sus propias crisis vitales, existenciales, desencuentros. Y que a cada cual le cale por donde le cale.

         Volviéndose a educar a los descendientes por medio de la mentira. Tal vez es preferible que algunas cosas deba ser el tiempo el que nos vaya mostrando el lado oculto de la luna. Y será mejor apostar, pero de verdad, por algo realizable y alentar una búsqueda de esta persona, de un mundo más habitable y esperanzador para todos, donde prevalezcan los valores, y en cierta medida se pueda ser feliz o sentirse victorioso, sin salir del todo herido ni confrontado con lo que soñamos o nos hicieron soñar.

 

 

                                           DAVID PIQUERO SOTO


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