JOSELITO Y...YO

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JOSELITO Y...YO

Hacía un calor raro.  Con algo de viento y, a la vez falta de aire.  O, quizás me lo parecía solo a mí.  Me sentía como si llevara un saco de arena húmeda dentro de mi pecho.  Andaba por aquella acera arrastrando los pies, con las manos en los bolsillos y la cabeza agachada, al lado del grandullón de  mi  mejor amigo, Pepe.  Vagamente recordaba los tiempos cuando reíamos como descosidos andando por la misma calle.  Bueno, en realidad, reíamos en todas partes y en todo momento.  Pero ya no.  Desde hace mucho tiempo.  Demasiado.  Pues eso, andaba todo perdido y agilipollado.  Estábamos paseando por la avenida principal del pequeño pueblo ya "REurbanizado".  De  estos, que carecen por completo de cualquier estética y mucho menos harmonía arquitectónica.  Con el típico aspecto cursi.  Irreconocible e igualito a todos los demás ex pueblos  Madrileños. 

 - Pero si todo´ son iguale´  – intentó a consolarme por enésima vez       Pepe con su acento andaluz.  - ¿Que te cree?  – prosiguió.  -  ¿Que no me he follao alguna borrachina de esa´?… no una a veinte…  ¡Que digo veinte…!

-Déjalo, ¿quieres?  … no me ayudas nada, ¿VALE?  … es que no te enteras tío, ¡JODER!  – lo interrumpí  enfadado. 

-Sí,…sí,… ¿Cómo te lo explico?...

-No tiene´ que ejplicahme na´.  El que ve algo diferente en esa tía ere´ única y ejclucivamente  tú.  ¡Pero si e´ como cualquiera otra chonita  del barrio! ¡POR DIO´!  Sabe que tiene buen culo y pierna´  larga´  y ala, a presumi´ y a encoña´  y  a volver loco´ a lo´ blandengue´ como tu.  Que ere´ un floo tú.  ¡Tontorrón!  - determinó el coleguilla con el ceño fruncido, mirándome  fijamente.  

-Si esa tontuna  no se encandila  e´ ma´ sosa que el gajpacho de mi tía Rufina.

-Perdona, pero no la conoces.  Ella…

-La´j  cono´jco a toda´ esa´.  – me interrumpió. 

-Una vez…  - empezó y, una sonrisita cachonda apareció en el lado izquierdo de sus carnosos labios.  -  … estaba con una chica de esas y, mientras le daba duro por detrá, no dejaba de repeti que estaba viviendo un "DÈJÁ VÚ".  Que eso era una señal divina del destino y no se que ma gilipollece.  En realida,  yo ya la había follado do vece ante.  La pobre borrachuza no me recordaba.  Jaja…por otro lao, le veo una gran ventaja…jeje.  E difícil que se canse de su pareja…jaja.  -  seguía mi amiguete con sus mofas.  -  Cada noche folla con alguien diferente…jiji.  -  termino Pepe con su cuento, y sus risotadas burlonas se fueron apagando poquito a poco.

-Escucha lo que te voy a decir.  -  empezó de nuevo y su cara cambió por completo.  Me di cuenta que su encantador acento había desaparecido.  Solía a hacer esto solo cuando pretendía decir algo importante.  Al menos para el.

-Si no fuera por el alcohol, -  continuó serio.  

-estas chochonas  iban a seguir vírgenes.  Te digo yo, que si no cogen la cogorza no son divertidas.  Ni  ríen, ni bailan, ni na´ de na´.  Sin la moña encima, ni siquiera se aparean, ni se casan, ni se preñan.  ¡NADA!  Son menos divertidas que el cura de algún pueblucho extremeño en un entierro.  ¿Te enteras?  - escupió su pregunta en mi cara.  

-Yo… - empecé indeciso.  – Yo creo, que estaríamos felices juntos.

-dije y miré en sus ojos buscando complicidad y aprobación.

-Muy fe…  

-Cómprate  un litro de "uijki".  ¿Estamos?  Sin alcohol, no habrá felicidad.  – me interrumpió Pepito.

-Es, sin huevos.  – repliqué. 

-¿Qué?  -  levantó la cejas.

-No sin alcohol.  Sin huevos no hay felicidad.  –  le recordé nuestra frase favorita.

-En tu caso y, sobre todo en el suyo, es;  "sin alcohol, no hay felicidad".  Es, con lo que compensáis.  - dijo señalándome con el dedo.  -  La falta de HUEVOS quiero decir.  – prosiguió  y tomó su  paquete con la otra mano.  -  Con el ¡ALCOHOL!  – concluyó Joselito acentuando sobre la ultima palabra y me guiño el ojo. 

-Ese no es mi caso…bueno…nuestro caso…creo.  -  empecé yo inseguro.  -  Cuando estábamos juntos…mientras estaba dentro de ella,…sin condón,… notaba como su piel, sus labios, sus manos, sus  senos…me deseaban.  ¿Sabes?  

-El ALCOOOHOL.  -  escuche la voz burlona, pero no giré la cabeza.

-Era, como si el mundo dejara de existir…o existía solo para nosotros… y su deliciosa piel seguía pegándose a mis manos  y a mi lengua… y yo intentaba memorizar su exquisito sabor y aroma para siempre.  Cerraba los ojos y… ¿Me escuchas? 

-LA BEBIDIIILLA.  -  seguía el con lo suyo. 

-Necesito que me escuches.  – mi voz sonó como ruego.  -  Haz venido por eso.  ¿NO?  Para escucharme.  ¿Verdad?

-¿Cuantas veces te he escuchado en los últimos dos años?  -  preguntó a su vez.  - ¿Recuerdas?  Siempre lo mismo.  Una y otra vez.  ¿No se te pasa por la estúpida cabeza que yo también estoy arto de esto?  – preguntó Josema poniendo amigablemente sus manoplas sobre mis hombros.

-Esta será la ultima amigo mío.  Te lo prometo.  – resoplé yo, decidido a resolver esto de una vez por todas.  – Necesito que me ayudes a sacármela de la cabeza tío y, de mi alma… ¿Sabes?  No puedo sacármela de la cabeza.  – dije, apretándome la misma con fuerza.

-Pues ella a ti si.  Junto con la mierda resacona por la mañana.  Te ha tirado a ti y a tus sentimientos en el mismo hoyo.  Sin contemplación ni emociones.  Lo único que se le ha quedado para un breve rato es el alivio después de hacer vientre.  ¡PUNTO! ¿Te enteraste por fin?  Encoñado hijo de…  -  la voz de mi mejor amigo había cambiado.  Por un fugaz momento me asusté.

-¡Pero chico!  ¿No te ves?  Si no te pareces a ti mismo.  No te reconozco.  De verdad.  Me estas decepcionando mucho.  Hay,… hay,… hay.

Miré asía la silla de al lado,  de donde me pareció venir la voz.  Estaba bacía.  Di un giro a ciento ochenta grados.  Joselito había desaparecido.  Entonces sentí los temblores que recorrían todo mi cuerpo.  Tomé mi cara con las manos intentando concentrarme.  Retemblaban inconteniblemente.  Las aparté de mi cara con asombro.  Mis propias manos.  Eran unas autenticas manoplas.  

-¡Me cago en la puta!  ………..

-¿Me está hablando a mí?  -  escuché una voz femenina.

-No, no…perdona.  Estaba… simplemente…

-¿Desea algo?  -  preguntó la camarera algo impaciente.  

Sin darme cuenta me había sentado en una terraza, de un bar que …no importa.

-¡A!  Si, si…claro. 

-Un poquito de amor sin alcohol, por favor…  

Jaja…Serás mamón.  – sonrió Pepito dentro de mi.

La cara de la camarera lo decía todo.  No hacía falta que articulara ni una palabra, absolutamente nada.  Y yo se lo agradecía sin gesto ni sonido, pero de… con todo vamos. 

-…Perdona.  -  empecé con algo mas de normalidad. 

-… un poquito de licor, sin alcohol… cualquier cosa… sin alcohol…por favor.  – me corregí balbuceando.

-Por favor… 

-Gracias.  Muy amable.  De verdad.  

-Solo, que sea sin amor…digo, sin alcohol. 

 

FIN

 

RÚEN  PAUTÁLIA

09.07.2014


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