Pensando que todo aquello que había dejado - o pensé haberlo dejado- atrás de una manera u otra me seguía persiguiendo y me seguía atormentando. Puede que suene trillado o incluso, un poco molesto, pero, no puedo negar que la sensación al despertar de que todo aquello que no valía la pena -por lo menos en aquel tiempo- ahora sí la valía. Ahora está esa sensación de queaquellocobra vida. El arrepentimiento. Dios mío. Cómo odio esa palabra, la detesto. Me persigue, y me sigue, y sigue, a donde quiera ir él está ahí, diciéndome cómo debo actuar, ordenándome, dirigiéndome... Pero...
... ¿En qué momento mi vida se convirtió en un triste trayecto hacia la desgracia?
Y puedo sentir mi corazón latir, pero no puedo escucharlo. A veces, no sentir nada más que ese bombardeo dentro de mi, en mi organismo; me desespera, es como si quisiera que corriera en círculos hasta cometer alguna locura o desgracia. Pero, qué gran ironía, al estar quieta como si nada pasara, me pone en un estado de aburrimiento, haciéndome sentir como una gran desgracia, como si no hubiera nada, como si no existiera nadie, como si estuviera sola, como si... como si no tuviera vida.
Qué estupidez, ¿no?
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