Cerrando el atardecer

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Al salir del gimnasio tras dos horas agotadoras me disponía a irme a casa sabiendo que mi chica también llegaría más o menos a la misma hora. Para mi sorpresa al llegar a casa pude apreciar una luz encendida en el salón y una música relajante se escuchaba de fondo. Me asomé sin que ella se diese cuenta, y allí estaba…recién salida de la ducha, con sus curvas perfectas…llevaba puesto un mallot que le resaltaba su perfecto culo, un sujetador rosa llamativo, y una sonrisa de picarona que la caracteriza.

Cada vez que daba un paso, su culo se contoneaba mientras alimentaba mi mirada entre otras cosas, para mi regocijo procedió a deshacerse de ese sujetador que marcaba sus pezones saltones. Allí estaban esos dos frondosos y rosados pezones, como si se hubiesen dado cuenta de mi presencia y me estuviesen saludando, mi polla cada vez empezaba a estar más animada.

Por fin se deshizo de ese estúpido sujetador, mientras se mordía sus carnosos labios, doblo una rodilla y lo arrojó al suelo mientras esbozaba una sonrisa, a sabiendas de que la miraba.

Paso a darme la espalda, mientras se tocaba su cabello y mis ojos se clavaban en su tremendo culo, decidió introducir sus dedos en ese mallot y bajarlo lentamente de un lado para continuar con el otro, hasta que finalmente se apoyó en el sofá para quitárselo…momento en el que pude ver claramente su precioso y jugoso conejito al tiempo que sus pechos apuntaban al suelo.

Ella se sentó, a la espera de mi llegada…llegaba la hora de intervenir, me desnudé entero a excepción de un bóxer negro que llevaba y me adentré en el salón, me dirigí hacia ella apoye un pie encima del sofá y ella comenzó a tocarme el paquete con una mano mientras boquiabierta y con la mirada de sombro opto por tocar a dos manos, el siguiente paso fue acercar su nariz y acariciarlo…finalmente me miro a los ojos con la boca abierta y los estrujaba como si fuese su peluche. Se mordió los labios y metiendo sus dos manos comenzó a bajarme el calzoncillo, su rostro reflejaba curiosidad y una vez que bajo al completo, mi polla salió disparada golpeándola en la barbilla obligándola a retroceder mientras continuaba agarrándome el calzoncillo. Su cara reflejaba el asombro, de forma que alzo su mano izquierda y empuñó mi polla dura y traviesa.

La estiro hacia atrás y comenzó a chupar la punta de mi capullo, los movimientos de su cabeza y los mordiscos que me daba me producían placer absoluto…yo la recogía el pelo con delicadeza y ella cada vez me la chupaba con más ganas… retrocedí un poco y me deshice de aquel molesto calzoncillo. Ella se levantó y comenzó a besarme como loca, la cogí de la cintura con fuerza y la levanté quedando en el aire y finalmente sujetándola de aquel pequeño y dulce trasero nuestros labios se enzarzaban en una pelea de pasión.

La tumbé en el sofá, mientras sus pezones apuntaban al pecho y mi polla hacia lo contrario hacia su chocho húmedo y palpitante… ante esa situación abrí sus dos tremendas piernas apuntando hacia el cielo e introduje mi lengua en ese húmedo y vibrante coño el cual no dejaba de pedir que le diesen placer. Tras lamer ese clítoris y meter la lengua con fuerza hasta su punto g durante varios minutos en los que no paraba quieta, su mirada se fijaba en ese río existente entre sus piernas, al tiempo que se agarraba el pelo, su boca no cesaba de emitir gemidos placenteros que provocaban que yo la trabajase el coño con más ganas si cabe…me decidí a cambiar de posición.

La tome al vuelo, pegué su cuerpo junto al mío y mientras nuestras miradas intercambiaban deseos, agarré mi pollita y dirigiéndola hacia su coño abierto la dejé que cayese despacio… mientras sus parpados se caían de vicio…agarre esas caderas y comencé a follarla fuerte provocando fuerte gemidos y miradas que desnudaban sus sentimientos…cada vez estaba mas caliente y su entrepierna más húmeda….

La cogí, la tumbe a cuatro patas, mientras miraba hacia Villanueva de la jara, mientras mi polla atravesaba su culo en busca del placer escondido.

Más tarde me senté, y ella agarro mi polla firme como una roca se la introdujo en su coño y empezó a moverse como una diosa produciendo una tremenda erección en mi polla, no podía parar… solo deseaba que nunca acabase aquella situación en la que se llevaba las mano a la cabeza y su boca parecía desencajada y algo llamado placer impedía que la cerrase.

Aquel polvo terminó con una corrida dentro de aquel dulce coño, mi cuerpo empapado de su propia corrida y un cruce de miradas que tenía significado propio.


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