Mientras saboreo el penultimo bourbon, escucho como Nina Simone,
canta con su voz rota y desgarrada al amor perdido, que por
culpa del engaño se convierte en un camino alfombrado de
trozos de cristal, que desgarran los pies descalzos, el alma y
el corazón.
La camarera es guapa, tiene la sonrisa fácil y un escote generoso,
de esos que calientan el cuerpo, aunque esta noche, solo
he venido a intentar ahogar a mi tristeza particular y intransferible.
No es un tristeza por amor, ni por lo mal que va el mundo, es esa
que a veces sale de su oscura cueva, para invadir y someter a mi
voluntad, mi alegría y a mi conciencia.
Es como si un día perfecto de sol y playa, se convierte en un instante,
en un día gris y nublado, aderezado con un poco de lluvia fría, que
moja hasta los huesos, aunque tu piel este seca.
No es que piense en mis problemas o pesadillas, lo cierto es que
no pienso en nada concreto, dejo que las imágenes pasen inconexas
por mi mente, sin pararme en ninguna, todo se mezcla, lo bueno, lo malo,
el presente, el pasado y si tengo algo de mala o buena suerte, algo
del futuro.
Igual es un manera de defenderme de mi mismo, imaginar otro mañana,
intentar forzar el destino a que admita una nueva hoja de ruta.
Mientras voy pisando charcos de sensaciones, vuelvo al instante presente,
cuando Susana (así se llama la camarera) me comenta que es la hora de cerrar.
Ya ni suena la música, soy el ultimo cliente, pago y me voy, saliendo a la
izquierda, a dos manzanas esta mi keli. a la derecha, esta aquel sitio donde
suele sonar un buen blues, me quedo un momento parado, pensando en
ello, aun tengo algunos euros, a la camarera la espera un tipo, que supongo
sera su novio, así que opto por el blues.
Al llegar veo que el lugar esta tranquilo, me quedo en la barra y mientras
saboreo el penultimo bourbon, escucho como Janis Joplin canta con su voz rota y
desgarrada al amor perdido.....................................
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