Sólo tres pasos le separaban del borde del roto acantilado, se detuvo. Fijó su mirada en el horizonte, en el mar; en el velero que jugaba con las olas inquietas del verano cantábrico...en el azul en los azules. Cerró los ojos y respiró profundamente.
Era el momento de cambiar de vida y ese, era el lugar. Aquí empezaba el proyecto.
Unos pasos, un silbido, y una silueta humana se precipitó al mar como un ángel volador de carne y hueso. Un tímido pié, le permitió ver las alas que le crecieron al cuerpo a escasos centímetros de la superficie y voló!. Hasta el infinito, incluso más allá. Voló como el segundo ángel que se lanzó un instante después y como el tercero. Retrocedió hasta poder ganar velocidad y se lanzó. El cuarto ángel atravesó el agua y llegó hasta el fondo del mar, y allí paró. Dejó de volar... pero cumplió su sueño, viviría por siempre en esas tierras; en esas aguas.
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