Adorada esposa

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Obscuridad, silencio, intenso dolor de cabeza y náuseas, era todo lo que Fernando podía sentir; los párpados eran un par de pesadas losas y tardó mucho en poder abrir los ojos.

La luz que se filtraba por una ventana era casi cegadora, no podía identificar donde estaba; poco a poco fue reconociendo la habitación y el mobiliario, ¡sí!, estaba en la pequeña oficina de una de las tantas bodegas de su propiedad pero, ¿cómo había llegado ahí? o ¿cuándo?... su cabeza estaba a punto de estallar y le era imposible recordar, o siquiera pensar en algo coherente.

Se dirigió al sanitario con la intención de lavarse la cara y espabilarse. Qué raro, la puerta estaba cerrada por dentro, su reloj marcaba las 7:30 y a esa hora el lugar debería estar vacío; sin embargo, escuchó lamentos, al parecer alguien lloraba dentro, seguramente estaría en problemas, debía ayudar.

Intentó abrir, descargando todo su peso contra la puerta, pero ésta no cedió y solo logró incrementar sus malestares.

- Déjame en paz... aléjate de mi - Alcanzo a escuhar los gritos de la persona que estaba dentro.
- ¿Sandra... eres tú? - Preguntó muy extrañado, era la voz de su cuñada
- Véte, ya no me hagas más daño

Se sentó en el sofá, junto al escritorio... ¿Qué pasó anoche?, preguntó para sí mismo; a lo lejos, podía escuchar el ruido de sirenas, ambulancias, tal vez policías, su volumen incrementaba poco a poco hasta llegar a ser ensordecedor. No le dio mayor importancia, su preocupación era recordar la noche anterior, porqué estaba en ese lugar, desnudo y su cuñada en el baño, llorando.

Afortunadamente, las sirenas callaron, ya podría concentrarse en los sucesos de las últimas horas, sin embargo, abruptamente se abrió la puerta de la oficina y fue sujetado por varios policías que lo obligaron a vestirse y lo llevaron fuera, mientras otros se dirigían al sanitario para auxiliar a Sandra.

¿Auxiliarla?, ¿porqué?, ¿porqué la lastimaría? y ¿porqué estaban ambos desnudos?... siempre había fantaseado con poseerla, pero nunca pondría en riesgo su matrimonio, amaba a Laura y no la engañaría... ¿qué pasó aquí?

Esposado y a medio vestir, lo subieron a la parte trasera de una camioneta; el trayecto a la estación pareció eterno, hacía frío, el dolor de cabeza se incrementó al igual que las náuseas y tenía la boca seca.

Llegaron a su destino, confiscaron sus pertenencias, le hicieron algunas fotos, tomaron sus huellas dactilares y lo encerraron en los separos, junto a drogadictos, pandilleros y quién sabe qué otras lacras. Temeroso y temblando, se sentó en un rincón, tratando de mantenerse alejado de todo y de todos.

Un par de horas más tarde escuchó un grito - Fernando Ruiz, llegó su abogado - lo condujeron a un cubículo y se encontró con Pedro, el responsable de los asuntos legales en sus empresas.

- ¡Por dios, Fernando!, ¿qué has hecho?
- No lo sé - respondió -  hay varias cosas dando vueltas en mi cabeza, pero son imágenes borrosas...
- Bueno - lo interrumpió Pedro - Sandra te acusa de violación
- ¡Ah, esa pequeña hija de p...!, se ha pasado las últimas semanas provocándome, vistiendo faldas cortas, rozando su cuerpo contra el mío o besando la comisura de mis labios al saludarme
- ¡Venga, hombre! - fue interrumpido nuevamente - eso no es justificación para lo que hiciste

Fernado guardó silencio, no podría rebatir ese argumento porque no tenía la menor idea de cómo llegaron a esa pequeña oficina o lo que pasó posteriormente.

- ¡No puedo recordarlo! - gimió
- De acuerdo - agregó Pedro -  en la revisión médica de Sandra encontraron restos de piel bajo las uñas y semen en su vagina... algo me dice que el examen de ADN evidenciará que esa piel corresponde a tus heridas en cara y torso y también que el semen es tuyo
- O sea que no tengo escapatoria... pero no recuerdo un car...
- Tranquilo, Sandra quiere llegar a un arreglo
- ¿Un arreglo? - preguntó Fernando
- Retirará los cargos si le das dos millones de dólares
- ¿Está loca? - preguntó, levantando la voz
- Sí - se vio nuevamente interrumpido - es la única forma de quedar libre
- Bien, si no hay otra salida...

Nuevamente llevaron a Fernando a los separos, había papeleos por hacer antes de dejarlo libre.

Sentado en el rincón, algunas cosas se empezaron a aclarar. Un par de noches atrás, Sandra los visitó en su casa y, al despedirse, lo besó en los labios, acarició su entrepierna y dijo que le prepararía una sorpresa.

Pasaron cuatro horas y llamaron nuevamente al señor Fernando Ruiz para encontrarse con su abogado.

- Ya casi te liberan, pero aún faltan unos detalles
- ¡Ajá! - asintió Fernando
- Tu mujer quiere el divorcio
- Espera, ya recuerdo parte de lo que pasó; Sandra me envió un mensaje... revisa mi celular, ahí debe estar, diciendo algo de que tendríamos sexo...
- Revísalo tú mismo - dijo Pedro estirando la mano para entregarle el teléfono

Fernando no pudo encontrar el mensaje de Sandra, ¿cómo era posible?, la única forma de demostrar su inocencia había desaparecido...

Pedro le explicó que Laura quería firmar un acuerdo de divorcio, recibiendo diez millones de dólares; si bien, era una cantidad importante, solo afectaría momentáneamente las finanzas personales de Fernando, pues sus empresas daban para eso y más.

Tomó el documento y estampó su firma; Pedro se encargó de llevarlo a Laura y Sandra, que esperaban con el ministerio público; regresó algunos minutos después y procedieron a liberarlo.

Fernando fue a su casa, Laura había dejado todas sus posesiones, excepto la joyería... por supuesto, para que querría ropa y zapatos si disponía de mucho dinero para comprar lo que le viniera en gana.

Por su parte, Laura se fue al departamento de Sandra, conduciendo el auto de su ex-marido; encontró un celular en el piso, en un alto, lo tomó y guardó en su bolso.

Entró al departamento, Sandra estaba en la ducha, ella se sentó en la sala para revisar el teléfono; era de su hermana y en mensajes enviados leyó: "Fernando, pasa por mí, que tengo la tarde libre y planeo darte el mejor sexo que hayas tenido en tu vida".

El rostro de Laura se tornó en rojo encendido, estaba llena de ira; se dirigió al baño, abrió la puerta violentamente y dijo:

- Sandra, ¿qué demonios significa esto?
- ¿De qué hablas? - respondió su hermana
- El mensaje que le enviaste a Fernando diciéndole que tendrían sexo
- ¿Cómo, dónde?
- En tu maldito celular - refunfuñó Laura
- Es que, no sé de qué me estás hablando - replicó Sandra
- Este mensaje - dijo, sacudiendo el teléfono de un lado a otro, y agregó - ¿te das cuenta de la estupidez que cometiste?... si alguien más lo hubiese encontrado nos perderíamos de doce millones de dólares
- ¡Ay, cálmate! - respondió Sandra, asomando su sonriente cara por un lado de la cortina de la ducha - yo borré el mensaje del celular de Fernando y tú encontraste el mío, así que ya pasó, no hay problema

Ambas soltaron una sonora carcajada.


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