Quiero que la luz de la mañana traspase mi cuerpo helado y mojado por el
rocío de las brumas eternas, repartiendo un poco de calor, aquí y allá
hasta que la sangre vuelva fluir por mis venas, secas y sedientas de vida
roja y tibia.
Poder volver a vestir mi piel limpia y remendada, tantas veces arrastrada y
maltratada por las inclemencias de los tiempos de la vida. Piel a la cual
no han dejado de pegarse todos los males de este mundo y los sueños tristes y
inacabados. Así desnudo me enfrento al vacío del sentimiento que un día fue.
Enseñando las cicatrices causadas por la maldad y la indiferencia, llevo
escrito sobre mi cuerpo el relato de una vida y de un mundo desaparecido
en algún lugar muy lejos de aquí, cuando aun el tiempo era joven y inocente.
Esa piel que cada vez se transparenta mas, ya no podría esconder nada, aunque
quisiera, todos pueden ver ahora el latir del corazón cansado del hombre,
que nunca quiso rendirse ante la evidencia de lo inevitable, cansado pero
aun fuerte y esperanzado.
El calor me atraviesa y como los girasoles, vuelvo mi mirada desgastada
hacia el sol, aun esta allí, saludándome y llenando de vida y de luz los rincones
oscuros de la extensa memoria de mi tiempo, ese que para bien o para mal me
ha tocado recorrer, paso a paso, latido a latido, sueño a sueño.
Ignorando el fracaso de una vida y despegándome del suelo embarrado muy a
pesar suyo, me doy cuenta, de que ya no tengo secretos que esconder, todos se
han ido perdiendo en los cruces de caminos, que existen por los mundos que
viven detrás de la memoria tardía y profunda.
Soy como esas piedras de cristal, recorrido de vetas de oro y brillantes,
esperando que alguien quiera tallarla y transformarla en el principio de un
nuevo amanecer, y veo el despertar del mundo. Lagrimas de calor recorren
mis mejillas, ahora puedo sentirlas, esta lavada piel, quizá vieja y desgastada,
ahora limpia me lo permite, aun soy capaz de sentir la brisa de tu suspiro y la
la caricia de tus labios, sobre ella.
Piel gastada del color del pergamino, surcadas por las vidas olvidadas y perdidas
en lejanos sueños que no eran suyos.
Azotada, lacerada y rajada por el paso de los vientos huracanados que nacen
de las manos delicadas y suaves, manos de hierro al rojo vivo que marcan
para siempre, para que ni siquiera el tiempo consiga atenuar el dolor de esas
heridas que tardan eternidades en curar, heridas que te acompañaran por el
azaroso camino, que quieras o no tendrás que emprender en algún momento.
Piel jaspeada a la piedra, que después de cada lavado se hace mas fina y
endeble, conteniendo a duras penas los corazones que viven dentro de
nosotros, siempre amenazando con ir a vivir su vida sin ti, cada dos por tres.
Piel sobre la cual, tengo tatuado los sentimientos, para toda y mas vidas si
fuese posible y esa piel que tiendo al sol de la mañana joven , me cubre el
cuerpo y el alma. Es la que siente cuando los ojos ven a la belleza y al negro
horror de un mundo de recuerdos muertos y como decía el poeta;
Lava sus carnes bellas
Y veras en ella escritas
La historia de las vidas
De unas almas perdidas
No todas van vestidas
Con la piel de las hadas
Todas sienten si las tocas
Y mueren si las olvidas
Sean negras o blancas
Pieles que sienten almas
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