CUANDO EL NO ESTÁ parte (2)
Por RUEN PAUTALIA
Enviado el 28/11/2012, clasificado en Adultos / eróticos
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2.
estiró sus temblorosos brazos, y agarró mi pringosa cara con cariño.
- Sube y échate encima - dijo con voz de cómplice. Me acerqué a sus esplendidos y ardientes labios y la besé. Casi en el mismo tiempo, noté sus templados dedos agarrando mi polla con decisión. Me querría dentro.
De repente, en un cortísimo instante, comprendí. Me vino, como un flas repentino. ¿Porque las mujeres, tienen siempre las manos frías? ... Da igual. Benditas sean.
Penetré no es la palabra. Me deslice suavemente, sintiendo su sedoso interior con todas mis venas y remangas. Sus propósitos espasmos hicieron de mi falo un arma, ya no se deslizaba ni penetraba, sino, que se clavaba una y otra, y otra vez. Estábamos todavía sobre el suelo de cerámica, por lo cual, puse mis dos manos debajo de su preciosa cabeza, protegiéndola, como el más apreciado Fabergé. Me escocían los codos y las rodillas, pero antes preferiría desangrarme como un cerdo, que irme voluntariamente del Edén.
Me apartó con cuidado y se levantó con su típica elegancia.
- Ben. - dijo, confirmando su deseo con las manos. Me levanté, todavía hipnotizado, y la seguí hasta el salón. A mi parecer, con un solo gesto, como una maga, puso una luz tenue y sensual, y al mismo tiempo convirtió el enorme sofá en una cama. Se puso con la cara para ya, como si arreglase algo en el fondo, pero su perfecto y moreno culete estaba jugueteando con migo, como un perrito, pidiendo que le tirara el palo. Mis ojos se acostumbraron a la luz, y vi claramente como el ciclope me seducía guiñando. Me puse a cuatro patas también y, así me acerque al cuenco.
Me entretuve un buen rato, lamiendo, comiendo y chupando.
- ¿No querías esto? - pregunto ella haciendo un vaivén con el trasero.
- Lo quiero todo. - respondí con la voz de un poseído.
Entonces entré, y estuve donde siempre he soñado estar.
Me sentía, como si era de ahí, estaba en mi lugar.
Luego me echó para atrás y se sentó sobre mi cara.
Su abismo, ahora era mi cima.
Por momentos sentía que me ahogaba, pero ni se me ocurrió apartarla. Alcanzaba, no se de que manera, de atrapar algún átomo perdido de oxigeno y eso me bastaba.
Seguíamos follando frenéticamente y, yo empecé a sudar. Como esquimal en algún puticlub dominicano.
Tan delicada y atenta, me empujó con delicadeza para atrás y se sentó encima de mi para cabalgarme. Sus pechos, ya no tan firmes, seguían el ritmo. Tenían unos pezones como gominolas. Elásticos, azucarados y en rojo intenso. Al rato noté, como el zumo de su higo, junto con mi sudor, regaban mis testículos con bondad.
Con mis partes húmedas, percibí una ligera y placentera brisa procedente de alguna ventana entornada.
Definitivamente estaba en el paraíso.
Volvimos a la postura perruna, mientras estaba metido entero en el lugar "prohibido"
- Quiero acabar en tu boca - resople.
La verdad es que, casi me arrepiento,... por si me pasaba, cundo ella contestó.
- Cuando estés listo - sonó como una bendición,.. hasta oí eco y todo.
Sentí fuertes calambres. Los espasmos recorrieron mi cuerpo como hondas expansivas, como si alguien me masturbara desde dentroooOO...
- YaaaaAA - no se si grité. Pero no me desmaye de puro milagro.
Mi pene había desaparecido en su exquisita y calida boca.
Me corrí de tal manera, que sentía como los chorreones venían desde los dedos de mis pies. Estando por fin en si, miré para bajo. Leidana me estaba observando, ...con mi nabo en la boca todavía. Se levanto relamiéndose los labios y me besó.
- ¿Esto es lo que querrías?...
- Te adoro - respondí devolviéndole el beso.
Algún día pienso preguntarla, que es lo querría ella ...
RÚEN PAUTALIA
29.11.2012
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