Era lunes, hoy, estaba en mi nueva casa a las afueras de la ciudad. No conocía a nadie en esa zona, solamente a mi vecino, que por cierto, lo quería en mi cama ya.
El, era rubio y tenía un cuerpo, que de solo pensarlo me mojaba. Cuando le miraba, me mordía el labio inferior, aguantando las ganas de arrancarle la ropa y follármelo. Aún recuerdo el día, en que me lo follé como una perra. Os aseguro que no lo olvidará.
~Flashback~
Le tenía atado con unas esposas en la cama, totalmente desnudo. Solo para mí. Posé mi mano sobre su pene masajeándolo mientras le miraba a los ojos. El, me miraba divertido y a la vez desesperado.
Acerqué mi boca hacia su (enorme) pene y comencé a chuparlo lentamente. Empezó a moverse desesperado por liberarse. Se podía ver en sus ojos el placer que producía. Cogí un bote de nata y le empecé a poner empezando desde su cuello hasta su pene erecto. El me miro pasivo.
Yo subí y empecé a lamer su cuello. Bajé por su musculoso pecho y dejé cortos besos haciendo que el gimiera. Llegué hasta su pene y le puse un poco de nata en la punta. Le miré a los ojos y vi que sus pupilas estaban dilatadas de placer. Lamí la nata de la punta y luego por alrededor de su gran pene, bajando hasta sus huevos. Besé cada uno y luego los chupé mientras lo masturbaba. Entonces gemí. El, miró las esposas en forma de súplica y lo liberé. Me puso debajo de el y empezó a penetrarme a ran velocidad y fuerza, tanto, que pensaba que pronto tendría un desgarre vaginal. El, acercó su boca hasta mis pechos y empezó a succionar mis pezones. Yo, arañé su espalda en respuesta y solté un gemido. Empezó a subir la intensidad y yo, me aproximaba al orgasmo. Me embistió fuertemente lo que me hizo llegar al orgasmo. Me corrí gritando su nombre. Segundos después, se vino él. Cuando pensé que habíamos acabado, me abrió de piernas y se bajó a la altura de mi clítoris para luego lamerlo. Introdujo su lengua lo más que pudo, mientras yo le chupaba su (muy enorme) pene.
Hacíamos la perfecta postura del 69. Seguimos hasta que nos volvimos a correr. Después me dio un beso corto y se fue, pero no me importaba. Había sido el orgasmo del año.
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