En ocasiones él pensaba en tantas cosas, concebía tantas buenas ideas, proyectos y planes de futuro, que olvidaba su presente y regresaba como cada día a su cochambrosa casa después de hacer el vago por las nocturnas calles desoladas de la ciudad, vagabundeando de vez en cuando y asegurando a las personas caritativas que él estaba de paso y que algún día sería alguien importante, por lo cual le tomaban por loco y realmente en parte no se equivocaban, pues vivía por lo que creía que iba a llegar a ser y no por lo que era en el presente.
Sus planes se aplazaban en el tiempo y el espacio una y otra vez hasta que finalmente comprendió que hasta que llegase el momento debía afrontar su situación como un hombre y no como un niño que se deja llevar por su imaginación y por sus sueños.
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