La verdadera víctima

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Algún día te llamaré por teléfono, tendremos una larga conversación sobre nada en concreto y nos despediremos con un simple "nos veremos pronto" de esos que más odio, por encima de los "sé buena", que casi nunca se cumplen. 

Dudarás unos instantes sobre si contestarme o no, y rápidamente mi recuerdo (casi tan tormentoso como mi presencia), te obligarán a descolgar el teléfono y responder que hola, que qué quería y que cómo estoy. 

Yo dudaré si colgar en ese instante o seguir hablando (aunque aún no habré abierto la boca, ya habré dicho muchísimas cosas que tú habrás sabido interpretar al ver mi nombre en la pantalla de tu teléfono, si es que aún lo conservas). 

"Estoy bien, me va bien, me volví a enamorar como tantas veces, pero, como tantas veces, esta vez es distinto, ¿me entiendes?". Claro que sí, pero qué triste es saberte tan frío a mis provocaciones. 

"Quizá pensemos en casarnos algún día, tener hijos, una casa, una habitación de esas que las paredes son todo cristal y fantasía, ¿sabes a qué me refiero?". Por supuesto que sí, hablamos de eso tantas veces, y míranos, míranos.

"Me parece fantástico" - dices, cuando deberías ser todo reproche y vanidad, y "pues yo...", "pues mi...". 

"Estoy pensando en irme a vivir con mi pareja, ya sabes, la actual, porque siento que necesito estar pegada a su sombra, y no soy celosa, tú me conoces, pero... tú me conoces, tengo miedo de no disfrutarle lo suficiente" 

... Silencio similar al del portal del mismísimo infierno (ya que todo el mundo sabe que las salas de tortura están bien insonorizadas para no molestar a los que viven arriba). 

"¿No tienes nada que decir?"

"No, realmente..." - dices. 

"¿Seguro que no te mueres por pararme los pies ahora mismo y pedirme que volvamos a ser lo que éramos y acabar con todo lo demás de una forma metáforica, viviendo en silencio y entre sábanas como sabíamos hacer tan bien..., estás seguro?"

"Completamente" - dices.

"¿Y entonces qué hago yo con mi futura casa y mis futuros hijos?" 

"Disfrutarlos, como me disfrutaste a mí" - dices, y suspiras, de agotamiento, imagino, muy a mi pesar. "¿Qué querías?, ya sabes a qué me refiero, no empieces con esa retórica que nos conocemos..."

"Quería saber de ti..., y solo conseguí hablar de mí, cuando te recuerdo, cuando te encuentro a lo lejos aunque no te salude, y ahora, el colmo, aún cuando te llamo y te hablo sigo pensando en mí, en lo desgraciado que es sentirse así, en lo egoísta que es uno cuando se siente así, por más que pareciera que pienso en ti demasiado, lo que hago es justo lo contrario, solo me preocupa mi bienestar, solo quiero sacarte de mi ser, solo quiero deshacerme de ti de una vez, porque no puedo conservar de ti ni un ticket de cine, ni un recuerdo, y ahí entra la parte difícil. Sé que te sientes agobiado, sé que tú eres la verdadera víctima, pero, ¿sabes qué?, no me importa, porque como diría la protagonista de esa serie que tantas veces vimos juntos... I AM IN PAIN". 

"Lo siento por ti, no puedo hacer más" - dices.

"Lo sé, pero seguiré aquí, dándote lo que no te mereces, para bien y para mal, seguiré guardando tu lugar en este mundo mío, para seguir notando esta ausencia tuya, y cuando me aburra de este sentimiento, lo estrujaré con desesperación por querer (también) deshacerme de él, te volveré a llamar, y te diré que te superé, y que te quise, pero que nunca tuve valor suficiente para no equivocarme cuando no debí equivocarme, ¿de acuerdo?".

"Como quieras" - dices.

Y mi dedo permanece flotando sobre el botón de llamada, y tu número en la pantalla, y mi mente en blanco tras tanto dramatismo vivido en mis pupilas. Y despierto de mi abismo y comprendo que no te llamaré para nada más, ni siquiera para decirte que tengo alguien nuevo a quien amar, no te buscaré, ni siquiera sabrás cuando comencé a dejar de pensar en ti. Coloco el teléfono en su lugar y respiro, consciente de que mi mente me enferma más que el olor que entra por la ventana a esa misma hora, cuando la vecina comienza a cocinar la cena. Pero qué falta de respeto... Imagina que esto sucediera de verdad, imagina que de verdad hubiese pulsado ese botón... Tus respuestas hubiesen sido peores que las que yo imaginé, ¿o quizás también estás ahí en tu habitación con tu cabeza sobre la pared, preguntándote si te llamaré algún día?


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