Luchó hasta el último aliento, pero al final fue vencido y condenado a muerte durante un juicio militar sumarísimo. Iba a ser fusilado, sin embargo, momentos antes de llegar al punto indicado se agachó aparentemente dolorido, por lo que le preguntó un soldado:
¿Qué te sucede?
Nada que tu cerebro pueda asimilarle respondió desafiante.
El soldado le dio un golpe con la culata de su fusil y le dijo:
Todo ha acabado ya y tú debes aceptar tu destino.
Puede que muera, pero te aseguro que no será fusilado.
¡Basta de palabrería, levántate y acompáñame si no quieres ser torturado!
Él no obedeció y cuando el militar se enfureció y trató de levantarlo por la fuerza logró bloquear sus brazos con los suyos y derribarle de una potente patada, tras lo cual le degolló con el mayor sigilo que pudo y luego arrojó su cadáver a un pozo, el cual probablemente tardaría tiempo en ser examinado.
Por desgracia fue avistado por otro soldado y este dio la voz de alarma, razón por la cual rápidamente fue rodeado y no tuvo otra opción que fingir y desplomarse en el suelo, acción que no sería contestada con una ejecución, al menos por el momento, pues les obligaba a llamar a alguien para que lo examinase y posteriormente tal vez tendrían que aplazar su ajusticiamiento.
Efectivamente el general mandó llamar a un médico y le trasladaron a una tienda de campaña. El médico dictaminó por desgracia que se encontraba en condiciones de ser ejecutado, siempre resulta una ironía encontrarse en condiciones para abandonar este mundo.
Viendo que nada salía como él esperaba y que según el médico con descansar unas horas podría ser fusilado a la mañana siguiente, decidió abrir los ojos y robar su bisturí para amenazarle con él, aunque no pudo llegar a negociar mucho porque en breve llegó el pelotón y aceptó sabiamente rendirse para no morir un día antes,
Al día siguiente por la madrugada aprovechó el adormecimiento de gran parte de los soldados para asesinar a algunos de ellos y finalmente escapar del campamento instantes antes de que los pocos testigos dieran parte al general. Definitivamente no era muy probable que muriera fusilado, pero tampoco significaba aquello que estuviese realmente a salvo, aunque sí que le daba una segunda oportunidad para hacer todas aquellas cosas que aquella prematura muerte le hubiera impedido, lo cual siempre resulta un alivio, incluso aunque nunca las llegue a hacer.
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