Las apariencias engañan

Su contrincante parecía muy débil y no pensó ni por un momento en la posibilidad de perder contra él. Sin perder más tiempo se dispuso a atacarle con una potente patada, pero su rival bloqueó el ataque, ni un signo de dolor resplandecía en su sereno rostro. Volvió a atacarle, no obstante, el resultado fue el mismo, razón por la cual decidió rendirse antes de que llegase el contraataque, pues sabía que sería demasiado para él y en escasos dos segundos acabaría con su insignificante vida y todo por haber dado la victoria por sentada sin ni siquiera conocer a su fortísimo rival.