Novio a la fuga. ( Primera Parte)

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Traje negro bien planchado. Corbata color rojo escarlata. Flor y pañuelo sobresaliendo del pequeño bolsillo de la chaqueta. Zapatos púlcros y correctamente atados. Todo perfecto para un día especial, aunque claro, me sentiría mucho mejor si se tratase de mi entierro. 

Me miro de nuevo en el espejo e intento cambiar mi semblante triste. Aunque por más que lo intento no puedo.  Así que me dirijo a la ventana con la intención de que el aire despeje mi mente y ordene un poco mis ideas. Desde la ventana pude ver multitud de sillas blancas colocadas en fila, y  adornadas con pequeños lazos también blancos, y flores rosas, un arco de madera adornado de la misma forma que las sillas y gente vestida de gala : hombres con trajes y corbatas, y mujeres con vestidos vaporosos y enormes pamelas de colores chillones. 

" Dios mío, creo que voy a vomitar" . Pensé mientras me alejaba de la ventana y me secaba las gotas de sudor que caían por mi cara y cuello. 

Me quito la chaqueta y la coloco en la cama. Seguidamente me tumbo en ella y ruego que una tormenta, un terremoto o un incendio se produzca en ese mismo momento y aplazar así el evento. 

" ¿ Pero quién me mandaría a mi casarme"? .

De repente, el sonido de una puerta abriéndose  me hizo incorporarme rápidamente en la cama. Era mi colega Sergio, el cual llevaba en una mano dos botellines de ceveza, y en la otra uno de los puros de recuerdo que Inés y yo, supuestamente,  daríamos a los caballeros invitados  al final de la boda. 

- Joer macho, lo que me ha costado conseguir esta cerveza. Los del catering no me dejaban coger nada hasta que se celebrara tu sentencia. 

Sergio aún no se había percatado de mi mal estado de ánimo hasta que abrió los botellines de cerveza y me ofreció uno. 

- ¿ Pero qué te pasa tío?. Tienes muy mala cara. 

- No es nada - dije mientras cogía la botella de cerveza -. Es solo que... no sé... tengo dudas sobre esto. 

- ¿ Cómo que tienes dudas?.

- Pues... que no sé si quiero casarme. 

- Espera que yo me entere bien, Ángel. Falta exactamente una hora para que te cases y me dices que pasas de la boda. ¡ Aleluya, mis ruegos han sido escuhados!.  Al fin te has dado cuenta de  que el matrimonio es un martirio, aunque un poco tarde claro. Pero bueno, ahora lo importante es intentar sacarte de aquí sin que los invitados ni la loca de tu novia se den cuenta. 

- ¿ Pero qué dices Sergio?. Joder, se supone que soy tu amigo. Deberías intentar evitar que hiciera una locura como la de escaparme de aquí y dejar a Inés plantada en el altar. Creo que son solo los típicos nervios antes de la boda.

- Ángelito,  a mi no me engañas . Si dices que no sabes si casarte, es porque realemente no quieres hacerlo. Además, precisamente porque soy tu amigo, quiero evitar que cometas un error como este. 

- Hombre, pero no creo que  el matrimonio sea tan horrible. Mis padres llevan toda la vida juntos  y se les ve felices. 

- ¿ Qué no es tan malo?. Mira Ángel, te puedo contar miles de historias de pobres hombres cuyos matrimonios les hicieron y les hacen sufrir un infierno diario. Si no me crees  mira un momento por la ventana. 

Desganado, me levanté de la cama y me acerqué de nuevo a la ventana. 

- ¿ Y bien, qué es lo que quieres que vea?.

Sergio se colocó a mi lado y señalo a Paco, nuestro amigo de copas y compañero de juego en nuestra peña de fútbol " Los fumetas".

-  ¿ Qué pasa con Paco?.

- ¿ De veras que no te has dado cuenta?. Desde que se casó con Paula, se ha vuelto un calzonazos. Paula lo tiene controlado completamente, le ha obligado a dejar de fumar y a que pierda unos kilitos. Además ¿ hace cuánto tiempo que no sale a beber con nosotros?. Su mujer no le deja. 

Seguidamente, sin que me dejara pronunciar una palabra, Sergio señaló a Fernándo. 

- Mira ahora al pobre Fernándo. ¿ No se le ve cierta amargura en la cara ?. Eso es porque detesta las bodas. Le traen demasiados recuerdos de la guarra de su mujer. Cuándo Lucía se casó con él, lo arruinó completamente. Y lo digo literalmente, vació toda su cuenta bancaria hasta dejarla a cero. Después lo dejó por un chulo de playa. 

- Pero Sergio, Inés no es así. Jamás me haría semejantes cosas. 

- Eso mismo pensaban esos dos antes de casarse. Ángel, las mujeres son malas por naturaleza. Yo creo que tienen demasiado rencor acumulado hacia los hombres , y su objetivo es despellejarnos en cuanto tienen una oportunidad.

Por un momento me quedé paralizazado, fijando mis ojos en los de Sergio. ¿ Y si él tenía razón?. Coño, era cierto de que Paco se había convertido con el tiempo en un calzonazos por culpa de Paula, y lo peor de todo es que durante su largo noviazgo no había ocurrido, si no cuando se habían casado. Y el pobre Fernando... Lucía le había arruinado la vida, y eso que cuándo nos la presentó antes de unirse en matrimonio,  se veía una chica muy buena y dulce. 

Las gotas de sudor comenzaron a recorrer de nuevo mi cuerpo, y las náuseas volvieron. 

- Tienes razón Sergio, tenemos que salir de aquí. No pienso que una mujer arruine mi vida como le ha pasado a esos pobres. 

- ¡ Así me gusta!. ¡ Olé mi Ángelito!. Ya verás escaparemos sin que nadie se de cuenta. Iré por mi coche, tu vete por la puerta trasera de la cocina . Yo te espero allí. ¡ Ya verás lo bien que nos lo pasaremos los dos solteros!. ¡ Los vividores- folladores han vuelto!. 

Sergio salió de la habitación sin dejar de reír y gritar : " ¡ Olé mi Ángelito"!. 

Iba a escaparme de allí , pues ya había tomado una decisión y nadie ni nada podría detenerme. 


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