ELLA Y ÉL

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Ella se movía por que había que moverse. Bailaba cautamente sin llamar la atención. Era consciente de que ese no era su sitio.
No comprendía que la gente pudiera disfrutar mientras el pitido del altavoz  penetraba por sus oídos y se alojaba en sus cerebros. No entendía las caras de satisfacción de los que la rodeaban, ya que a la vez eran pisoteados y asfixiados por la muchedumbre. Su lugar era su casa, sus libros y sus reflexiones. Jamás sustituiría la paz del piano por el ruido sin alma que desgastaba sus oídos. No permitiría que nadie pisara sus zapatos, esos que tanto había tardado en escoger. Nunca aceptaría charlar con un cobarde envalentonado gracias a unas gotas de alcohol. Aquel que se acercara tendría que ser y no parecer, cuidar cada detalle y hablar con el corazón. Ella quería volver a casa, limpiar sus zapatos pisoteados y guardarlos para un ocasión más humana. Quería olvidarse de que en algún momento de su vida formó parte de una manada de animales, que aún sin saber el destino, corrían a más no poder.
Él era la imagen opuesta. Era el alma de la fiesta, el ritmo de la música. Él estaba en su segunda casa. El movimiento le hacía sentirse vivo, desconectar de lo cotidiano. La música sacaba su lado más salvaje, el lado que intentaba camuflar durante la semana. El calor de la gente le llenaba. Su comportamiento impulsivo le ayudaba a librarse de la energía negativa que tenía acumulado. Las gotitas de alcohol eran su tranquilidad del día siguiente, despertaría sabiendo que lo dio todo la noche anterior y eso le haría sentirse realizado. No le daba gran importancia a la apariencia, él salía a disfrutar y quería sentirse cómodo. Las mujeres eran imprescindibles, pero no
iba a rebajarse ante ellas, no iba a mostrar sus sentimientos, actuaría con masculinidad y un toque de indiferencia para que no se pensaran que podrían hacer con él lo que quisieran. Era una cuestión de pantalones. Él se sentía satisfecho, formaba parte de un todo que le hacía sentirse bien. Mientras se sintiera bien, las cosas irían bien, por eso, la próxima semana, volvería a estar en el mismo sitio con el mismo entusiasmo. Volvería a ser el ritmo de la música

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