Javier y Pep su asistente 3

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Tercera la llegada de Pep

Después de pasados dos meses y medio, cogiendo pulso al trabajo estaba listo para realizar un autentico concierto con las campanas, un mantenimiento exhaustivo unos ligeros cambios conseguí una sincronización, que hasta el mismo Arzobispo me llamo para felicitarme, ya que desde Nuestra Señora del Mar, Nuestra Señora del Pi, Basílica de la Merce, se han interesado por nuestro joven maestro campanero. Por lo que tienes la total libertad de movimiento a partir de ahora, para moverte por el interior de la catedral me comento su Eminencia. Gracias, saber que lo hago para verificar el sonido desde todos los rincones, incluso fuera del recinto, quiero que nuestra música atraiga a los fieles a nuestra casa.

A mí vuelta hacia el taller me comunicaron que Juana esta enferma, en su lugar un sirviente Pep un joven guapote de 1.60 pero de cara aniñada, que creció entre monjas dentro del recinto, el cual tenia las mismas obligaciones cuidar los aposentos, la comida y lavar la ropa, le comente que siempre quería agua limpia y hervida, que todos se asearan antes de sentarse a la mesa, la verdad que paso una semana y las cosas diarias funcionaban bien, pero mi apetencia sexual estaba insatisfecha después de la marcha de Juana.

 Mis horas de asueto las pasaba recorriendo los diversos patios y conventos de la Catedral y alrededores, empezaba a ser conocido, aunque más por todos los clérigos, monjas, que por la gente de la calle, estando en un patio llamado del Rey. En el interior en una ventana observe una bellísima y joven mujer mirando absorta en dirección a las campanas, con un perfil perfecto dulce y misterioso que al verme mirándola se asusto y cerrando la ventana desapareció de mi vista. Intrigado indague por ella y lo mas que supo decirme el sirviente, es que oyó que era la protegida de la madre superiora, que se comentaba que era hija del Arzobispo, Pep era un simpático personaje un tanto amanerado de modales, limpio y educado, su formación la había hecho dentro de los muros de la catedral, esto nos ayudaba a todos y la armonía era constante entre nosotros.

Algunas noches después de retirarse todos, Pep me narraba historias y vivencias de los moradores de la catedral que entre monjas y clérigos, trabajadores y sirvientes pasaban de las 700 personas, el calor de agosto era asfixiante y estábamos prácticamente desnudos, solo con una ligera camisa que apenas llegaba al muslo, cuando Pep contaba una de sus picantes historias, del colegio mayor entre alumnos, se me paraba y era evidente la erección, y la de el también, quieres que te masturbe? dijo de pronto, yo sin saber que contestar, asentí con la cabeza pensando que mas da, ya tuve alguna experiencia durante mi aprendizaje con mi maestro, el despojándome de la camisa se arrodillo ante mi y con sus manos me acariciaba el pene y mis testículos yo con los ojos cerrados le dejaba hacer, pensando que era Begoña, cuando de pronto un relámpago de gozo recorrió por mi columna desde mis genitales, al cerebro, solo notar la humedad de su boca y las caricias de su lengua en mi glande, el sin parar de masturbarme me la estaba mamando. Me sacudían pequeñas descargas de placer continuo instintivamente lleve mis manos a su cabeza apoyándolas sin presión y el al sentirlo aferro mi mano y apretó con fuerza clavado mi miembro en el interior hasta su garganta, el con su mano libre también se masturbaba, mis contracciones eran mas continuas y seguidas el retiro su cabeza de mi y mirándome me pidió, Javier penétrame lo necesito, quiero estar poseído por este miembro tan hermoso.

Fuimos hacia la cama y poniéndose de a cuatro, salivándome los dedos inicie una lenta dilatación de su intimidad gesto que el agradecía dando ligeros gemidos de placer, ya mis dedos se deslizaban sin presión era impensable tanta lubricación mojando la cabeza de mi pene lo apoye en su entrada apretando hacia delante, contemple como con sus manos aferraba las sabanas de dolor y con un impulso hacia tras entro hasta la mitad, parando un poco para que se amoldara inicie un lento movimiento que el agradeció, con pequeños gemidos de placer que iban entrando como un martillo dentro de mi cerebro, con el miembro cada vez mas inflamado conseguí entrar con el hasta el fondo estremeciéndose de placer me susurraba ahora, ahora, córrete ahh¡¡¡ ya no pude mas y cogiéndolo de sus caderas, la introduje fuerte vaciando todo el deseo retenido, de las ultimas semanas….


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