Es mediodía. Se oye el murmullo de los chatos de vino en el interior de la tasca. La conversación va y viene entre silencios de viejos. Platillos con aceitunas. Los palillos bailan en las bocas desdentadas. Vuelan ansiosas las moscas.
En la mesa del fondo están tío Antonio Chirimías y Marcial Cascorro el teniente, aquel con las piernas semiabiertas, un tanto separado de la mesa, mira a un lado y a otro. Marcial se afana lápiz en mano e resolver el crucigrama de la última página del periódico:
- Mujer de Persia. ¡Persiana!. Grita al punto Chirimías. Anota la respuesta el teniente. Persiana no coge...se lamenta.
- Poh ponlo al lao...propone Chirimías. Obedece Marcial y apunta, la lengua fuera ajustando cada letra a la casilla.
- Caseta de can. Pon canseta mihmo, ¿Coge?.
- Sobran letrah...
- No importa, ya harán falta aluego...
- Evidente. Ehta trae cinco letrah, Antonio...
- Poh esa ehta tiraita...¡ciego!. Apunta Cahcorro...
- Símbolo del plomo. Pon plo mihmo.
- Apolíneo, atlético. De Madrid...grita Chirimías entusiasmado.
Anota Marcial la respuesta.
Transcurre sin más el pasatiempo, todo relleno excepto tres o cuatro casillas. Como es normal las verticales no coinciden con las horizontales, ni falta que hace.
- Antonio, noh hacen falta cuatro letras entoavia...se lamenta Cascorro.
- Apura el vaso Chirimías, se limpia en la manga, y con cuajo responde:
- Poh pa cuatro que quean ponlah al voleo...
Verídico...
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