Sueños de una secretaria
Por Forever Amber
Enviado el 11/08/2014, clasificado en Adultos / eróticos
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Eres tan alta, sobrepasas el 1.80 m y además usas tacones de 10 cm con tanta naturalidad, con elegancia. Tu cuerpo no es delgado (sin embargo no hay ni un gramo de sobrepeso), es tan torneado que cuando llegas a la oficina me es difícil dejar de mirarte.
Saludas a todos con tan singular alegría que tu belleza se hace notar aun más.
Esperas a que el jefe pueda recibirte, así que te quedas de pie charlando con las compañeras, a la distancia yo solo te observo, tratando de no dejar notar mi mirada penetrante sobre las voluptuosas curvas de tu cuerpo.
De espalda tus amplias caderas con elevadas nalgas capturan mi mirada, no importa si usas pantalón o vestido, su curva es siempre evidente. Si yo pudiera tocarlas las colmaría de caricias y besos.
Cuando puedo verte de perfil la sinuosa figura ante mis ojos me lleva a la disyuntiva de mirar tus nalgas o tus grandes pechos.
Viéndote de frente no puedo evitarlo, los grandes y esponjosos senos, erguidos ante la mirada de todos me inquietan, me desbarato mientras los imagino cubierto de sensual lencería, un provocativo sostén de encaje negro con vivos rojos en las orillas para dar paso a la carne blanca y suculenta, pechos tan grandes que ni con toda la palma de la mano logro abarcar al 100% si pudiera tan solo liberarlos de aquel sostén y descubrir tus pezones grandes, suaves, del color del chocolate claro, los llevaría a mi boca lamiéndolos inconteniblemente, succionando frenéticamente, sintiendo como se endurecen, quedando erectos entre mis labios, estrujaría ese par candente con ambas manos, clavaría mi cara completa en ellos, sin dejar un centímetro por besar, por lamer. Te bañaría toda en dulce chocolate y comería de tus pechos como solo un niño puede comer un helado: lengüetazo a lengüetazo, mis manos recorrerían tu hermosa figura de principio fin.
Mi boca ávida de ti seguiría un glorioso camino en descenso hasta tu monte de venus, solo para también llenarlo de chocolate y poder saber que te como todo, con lengua juguetona buscaría esa perla rosada que ocultas y sin reparo alguno la acariciaría suavemente, con un roce ligero pero incesante que te eleve al clímax mas delicioso de tu vida, y así poder sentir como cada uno de tus músculos se tensa y se pasma al ritmo de un orgasmo capas de humedecer tu entrepierna y mi boca y al relajarte tus pulmones sentirían el aire como algo nuevo, pues después de un gran orgasmo hasta las cosas mas habituales y cotidianas saben mejor...
De pronto la puerta del jefe se abre, entras a su despacho y yo debo volver a mis labores secretariales, sabiendo que solo con mi imaginación podré hacerte todo esto y mucho mas.
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