Alcoholizado por la avenida Obregon (1era. parte).

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Alcoholizado.

 

 

        Nunca yo imaginaba aquella noche lo turbulento y mareado que iba a terminar. Aquella vez estaba tranquilo y tomándome unas cuantas cervezas en el antro nocturno que se encontraba en la avenida Álvaro Obregón de la Cd. Matamoros, llamado“Orange”.[U1] Poco a poco iba sintiendo el calor que me causaba la bebida. La música tan rimbombante hacia de mis sentidos unos verdaderos pétalos y mis párpados empezaron a pesar. Me dirigía hacia el baño cuando de repente empecé a sentir que todo mi mundo se revoloteaba y mi cabeza empezaba sentirse de giros. Tan bebido me había puesto en tan poco rato que al entrar al baño me colapsé.

       No podía levantarme de tan mal que me sentía, pero con todos mis esfuerzos me puse de pie y al sostenerme sentí que mi estomago estaba apunto de expulsar todo aquel líquido. Después de un par de chorros me pude recuperar aunque seguía sintiendo como mi cabeza daba vueltas.    De regreso a la mesa medio titubeando regresé a mi asiento. De pronto llegó el mesero y me preguntó si me encontraba bien. Le dije que no y que si me podía ayudar a llegar a la puerta pues el antro estaba muy oscuro y el mareo que me sobrevino me hacía vulnerable a algo como caerme al piso o aún peor sería vomitar dentro del antro. Me ayudo a parame y a llegar a la puerta de salida.

       Me desplazaba hacia uno de los puntos de taxis que estaba a unas tres cuadras del antro y durante el transcurso no veía alma alguna. Mi proceder era lento y de momentos me inclinaba para vomitar algo.

       La noche cálida y oscura era desértica aun y cuando en los antros en esa avenida todavía permanecía gran cantidad de personas adentro. Solo algún vehículo con sus luces hizo la diferencia. Mis pasos permanecían en dirección, pero al acercarme al área verde pensé que necesitaba recobrar el aliento un poco y llegue ahí; me senté en una banca mientras trataba de arrojar un poco más vómito desde mi estómago que se encontraba en vértigo.[U2] 

       La luz de los faros le daba un brillo al césped y a los arbustos, que me serenaba y me adormecía. Mis sentidos estaban tan relajados que empecé a sentir el cansancio nocturno y mis párpados lentamente empezaron a cerrárseme. El inhalar del aire era lo único que podía concebir. Permanecía ahí suspendido.

       Descansé de mi embriaguez con tal fortuna que cuando me desperté ya habían pasado algunos cuarenta y cinco minutos. El ambarino[U3] luminar del faro tan representativo de las calles de esta ciudad tamaulipeca, creando esa incandescencia que daba la luz a mis ojos que al abrirse buscaban vertiginosos.

       Al seguir caminando me di cuenta de que se me había bajado un poco lo borracho. Recuperé algo de fuerza tanto que apreté un poco más el paso.

       Como sólo contaba con cien pesos le pregunté al taxista:

       “¿Cuánto me cobrará hasta el kilometro seis de la carretera Victoria?”

       “Serían ciento cincuenta pesos y no menos.”

       Mirando a mi alrededor pude percibir que lo que faltaba de la noche iba a ser algo larga y desolada y, no tenía el dinero que me pidió el taxista. Cerré mis ojos en desesperación y al abrirlos el tipo con una mirada de bondad me preguntó: “¿Cuanto traes?”

 [U1]Aquel antro en la Álvaro en el año 2007.

 [U2]Revoltura que ocasiona nausea.

 [U3]Luz ámbar.

 [U4]Revoltoso.


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