Alejandra cap 2

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Me sentí tan estúpido por haber dicho eso tan abiertamente, debido a que nunca lo había hecho en mi vida, un vacio recorrida mi pecho, aumentaban los latidos de mi corazón, parecía como si estuviera muriendo, pero sabía que no iba a morir, sino que lo que sentía por Alejandra todavía era amor. Decidí no asistir a la siguiente clase, así que fui a la enfermería, un lugar agradable, era uno de los pocos lugares del colegio que aunque pequeño no estaba grafiteado como los otros, la enfermera mantenía el lugar muy limpio y ordenado. Y como cualquier compañero que quiere “capar” clase me hice el enfermo. Al entrar la enfermera me observo y me noto algo raro, y lo único que hizo fue darme una acetaminofén y me dijo: “acuéstate en la camilla y duerme”, eso hice...

 

II

Dormí como un rey, tuve un sueño bastante raro:

Soñé estar en un lugar hermoso donde los niños de los guetos jugaban en un prado verde que no tenía fin, un lugar sin gobierno, sin burocracia, sin muerte, sin guerra, pero sobre todo sin oscuridad donde todos se veían felices. Observé a mis grandes héroes como Bob Marley, Big L, Gaitán, Galán, Beethoven, Jorge Luis Borges, Neruda, Buda, Gandhi. Martin Luther King, Picasso, Oscar Wilde, mis abuelos, mis padres y mi hermana.

Todos mis héroes estaban reunidos en una mesa donde todos comían y mi abuelo me invitó a seguir, me hablaba de una manera muy extraña:

-Mijo cuanto tiempo ¿no? – Mirándome de una manera calurosa – nunca creí volverte a ver… o bueno tan pronto.

-Abuelo ¿en dónde estamos?

-Edward, estamos en el cielo…

-Entonces ¿me morí?- le corte rápidamente de una manera angustiada

-Eso parece

-Entonces… ¿Por qué están mis padres acá?

-La verdad, no sé mijo

Cuando me respondió, salió de mi rostro una lágrima, mis padres me vieron, en ese momento salieron corriendo a abrazarme, cuando los vi corriendo salí corriendo para corresponderles el abrazo, cuando nos abrazamos fue tan acogedor, nunca había abrazado a mis padres así como lo había hecho en ese momento.

De repente todo en ese momento se empezó a esfumar, me puse triste porque si ellos en verdad estaban muertos nunca los volvería a ver en vida.

-Edward, despierta – dijo Alejandra

-¿Qué pasó? – respondí con lágrimas saliendo de mis ojos

-¿Te pasa algo?, ¿Porque estás llorando? – apenas terminó esta pregunta, no dijo más y decidió abrazarme, esa fue una muestra de cariño que hace más de seis años no me daba, fue un abrazo cálido que lo único que pude hacer fue levantar mis brazos y corresponder aquel abrazo fuertemente.

-Te quiero mucho- le dije

-Yo también.

De inmediato llamé a la casa  y me di cuenta que mi mamá había contestado y me dijo que papá acababa de salir a trabajar, sentí un gran alivio al saber que ambos estaban bien, entonces me levanté de la camilla y la agarré de la mano, volví a sentir ese vacío enorme de la última vez, pero esta vez era distinto, sentía que ella lo correspondía. Me dirigí hacia la enfermera y llené el formulario para que me dejaran salir de la enfermería. Luego de salir ella de inmediato soltó su mano y me sentí incomodo, parecía como si no le hubiera gustado o que alguien la observaba, pero me quede callado y no le dije nada, hasta que ella rompió el silencio

-Oye ¿Tú te acuerdas donde vivo?

-Eso creo

-¿Quisieras acompañarme? – preguntó mirándome a los ojos con una sonrisa

-¡Claro! – le respondí correspondiéndole la sonrisa

-Entonces nos vemos a la salida – luego de eso me dio otro abrazo, pero esta vez no se lo correspondí, porque   me sentí mal porque ella se marchaba a su clase de música y yo para la clase de dibujo técnico.

Aquellos noventa minutos de clase fueron una eternidad para mí, porque lo único que podía hacer era imaginar cómo sería aquella tarde después del colegio, además el profesor es una persona obesa que lo único que sabía era regañar y reprochar a sus estudiantes que no éramos precisos, que si seguíamos así no tendríamos futuro, y que habíamos escogido aquella clase solo porque era sencilla, una persona algo estresante y por eso la mayoría de mis compañeros lo ignorábamos y lo único que hacíamos era lo que apenas lográbamos descifrar de sus regaños.

Esa clase era muy sencilla, debido a que solo tenía que terminar una plancha sobre el diseño de un edificio que según el profesor era “la casa de nuestros sueños” en una isometría de treinta grados,  algo muy sencillo para mí, porque siempre había tenido claro como seria la casa de mis sueños.Solo me faltaba la parte trasera de la casa, para la cual había imaginado un hermoso balcón con un jardín trasero donde se pudiera ver un hermoso atardecer.

Así que lo terminé tan rápido como pude, limpie las partes sucias que habían con un borrador de miga de pan, y cuando termine de hacer esto, miré el reloj y faltaban 5 minutos para la salida, así que decidí salir antes del sonido de la campana, entonces le entregué la plancha al profesor y le pedí permiso para salir con la excusa de que tenía unas cosas en el casillero que necesitaba sacar  rápidamente para llegar a casa, el me concedió el permiso, así que rápidamente me dirigí a la entrada a esperarla.

Cuando llegué a la puerta sonó la campana, que me indicaba que iniciaría la mejor tarde que hace mucho tiempo no tenia, debido a que siempre me dirigía a la casa a estudiar y cosas por el estilo, hoy era distinto, hoy no me dirigía a la casa…

cosas por el estilo, hoy era distinto, hoy no me dirigía a la casa…

Cuando ella salió sonreí y alcé la mano para que me pudiera ver, ella observó de inmediato mi mano y se dirigió a donde yo me encontraba, me saludo con un beso en la mejilla y dijo:

-¿Cómo te fue en dibujo?

- Normal, tu sabes… siempre me va bien en dibujo, aunque el profesor no sea el mejor

-Sí, tienes razón. ¿Nos vamos? – preguntó con una gran sonrisa

Vi en sus ojos una sensación tan cálida que lo único que pude responder:

-Dale


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