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El sol mañanero baña su piel
Con su hermoso aroma sabor miel
La gran belleza de su feminidad
Se complace con mi masculinidad.
Mis manos se aferran a su bella flor
Su excitante sonrisa le da color
Sus peñascos alegran mi corazón
Es un sabor chocolate su pezón.
Es el roce de nuestros labios
Lo que amarra los cuerpos de los dos
Mis manos poseyendo sus fronteras
Mi tacto apoderando sus caderas.
Unidos en el sofocante placer
Nuestra alma parece fallecer
Despojándola de sus lencerías
Ambos sabíamos lo que harías.
Irradiaba su piel la palidez
De la melodía de su desnudez
Nuestras pupilas se dilataban
Y mis labios su piel marcaban.
Uñas recorriendo sus piernas
Lenguas haciendo sinalefas
Un mórbido deseo lo que habitamos
Porque Ella y yo aún nos amamos.
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