LAS DOS CARAS

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Con los años, pasó de tenerla, de hacerla suya cada noche; a soñarla, añorarla, extrañarla, desearla.

Los demonios atentaban contra su buena fe, cuando se la imaginaba en brazos de otro hombre, cuando recordaba todo lo que había sacrificado por hacerla feliz.

Se auto condenó en un cuartucho de mala muerte, una mugrienta cama, Los restos de una lámpara, una mesilla de noche hecha de cuatro maderas viejas y un armario sin puertas, era todo lo que poseía, su única compañía, un desfiladero de cucarachas que se paseaban a sus anchas por cada esquina.

Lo tenía todo, una buena clase social, un buen trabajo, amigos por dinero, vida de lujos. Odiaba el mundo rural, pobre y desalineado. Lo más cerca que estuvo del campo, fue sobrevolando con su avioneta tierras ajenas, a ella jamás se le ocurriría viajar a un lugar así, había nacido princesa por imposición, su buena vida, sus altos vicios, caprichos y demás la llevaron hasta los pies de él.

No tenían nada en común y al tiempo lo eran uno para el otro, pero llegó la vida y le golpeó fuerte, dejó de ser el rico que lo tenía todo para convertirse en una sombra.

¿Dónde está su clase social, su buen trabajo y aquellos que llamaban amigos, y lo peor de todo donde está ella?

La botella de caña blanca se había convertido en el pozo donde ahogar sus penas, una prostituta se adentra en la mugre y le regala placer por lástima.

Una anciana que recoge hortalizas en el campo y luego las vende en el mercado, le ofrece de vez en cuando un buen caldo, un camionero que hace parada en esa mugre para echar una cañita al aire, siempre se acuerda de él y le regala alguna prenda que saca de su camión.

El hombre no comprende, por qué tanto desconocido le tiende la mano, gente que casi no tiene que llevarse a la boca, le ofrecen consuelo y ayuda.

Su manera de pensar va tomando otro rumbo, esta gente día a día le enseña a valorar lo que le rodea. Ya casi no la recuerda, ni a ella ni a su anterior vida.

Ha salido a la calle por primera vez, descalzo, desnutrido, desgreñado y más sucio que los cubos de basura que huelen en las cunetas.

Una joven le ve deambulando entre la basura y le pide que le acompañe, sus miradas se entrecruzan, ella tiene un brillo en los ojos que irradian ternura, sus manos son suaves al tacto y su sonrisa la más hermosa que él jamás se había imaginado.

Lo lleva a una casa hogar, allí un grupo de voluntarios, provenientes de otros países tratan de sacar a la gente de su pobreza.

Han pasado un par de años, el joven regresó a su hogar, nada había cambiado, los que le rodeaban no le reconocían.

Donó su fortuna a la casa hogar y formó unas cuantas por todo el país, después regresó con los voluntarios, allí le esperaba la riqueza más grande, " El verdadero amor".

 


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