Con mi jefe redescubrí la pasión
Por Vanessa Buttler
Enviado el 03/09/2014, clasificado en Adultos / eróticos
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Con 50 años a mi esposo lo despidieron de su trabajo, y el poco dinero que consigue ganar haciendo trabajos de electricista no es suficiente. Así es que decidí entrar a trabajar, cosa que a él nunca le ha gustado, pero tengo que explotar mis estudios truncos de administración.
No tardé mucho en encontrar un puesto de secretaria ejecutiva. Vestirme formalmente y prepararme para el puesto mostraron que todavía soy atractiva a pesar de mis 38 años. Inmediatamente vi la molestia de mi esposo, pero traté de darle seguridad recordándole que en todos estos años no lo he engañado.
El primer día de trabajo me dí cuenta de que todos me estaban midiendo, hombres y mujeres. Mi jefe Rodrigo fue muy amable conmigo, personalmente me explicó mis tareas y yo me sentí muy cómoda con él, definitivamente sabía tratar a las personas y era un hombre atractivo. Los compañeros inmediatamente empezaron a abordarme y yo me sentí muy halagada, sin embargo tuve que ser discreta.
Conforme pasó el tiempo me fui haciendo amiga de otra secretaria llamada Ana quien me contó cómo eran allí. Corrían las apuestas de quien lograría llevarme a la cama, y todos, aunque fueran casados, tenían un romance con alguna de las secretarias.
Me fueron abordando distintos hombres pero yo no daba motivos, sin embargo con mi jefe había mucha interacción. Platicando de nuestras vidas me enteré de que él era divorciado, y que mi matrimonio no iba bien en el aspecto íntimo a pesar de ser una mujer muy apasionada.
Conforme pasaron los días creció nuestra confianza. Mi esposo se dio cuenta de lo contenta que estaba en mi trabajo y explotó de celos.
El contacto físico con Rodrigo era inevitable, por ejemplo en una ocasión estaba subida en una pequeña escalerita arreglando papeles y él me ayudó a bajar tomándome de mi cintura. Allí me dí cuenta de que me atraía. Esa acción dio vueltas por mi mente durante varios días. Por otra parte al acercarme a él era inevitable que viera mi cuerpo y noté cómo se ponía nervioso cuando me tenía cerca, pero a mi no me molestaba.
El día de mi cumpleaños me invitó a comer y me regaló un perfume caro, cosa que me electrizó. Sin embargo fue la semana siguiente cuando me dijo que quería hablar conmigo después del trabajo. Me llevó a otro hermoso lugar y fue claro conmigo. En la terraza me dijo: "yo sé que usted es casada, que tiene una familia pero me gusta mucho y sin ánimo de ofender me gustaría que fuéramos amantes, le prometo discreción, nunca le generaré problemas". Era lo que yo quería oír, le dije que lo pensaría.
Al día siguiente me vestí para él sin perder el estilo ejecutivo. Llevé una falda holgada con caída marcada que resaltaba mi cintura y mis nalgas paraditas, una blusa ajustadita y, por supuesto abajo lencería blanca. Al entrar en la oficina nos saludamos y después de revisar la agenda preguntó por mi respuesta le contesté que sí. Me tomó en sus brazos y metió su inquieta y exquisita lengua en mi boca a la cual yo le respondí con la mía, fue un beso delicioso, no sé cuanto duramos en esa lucha de lenguas pero cuando él se separó yo lo abracé y busqué su boca pidiendo más, nuevamente nos besamos por largo tiempo mientras empezó a acariciarme y a repegarse a mi haciéndome sentir su poderoso miembro que estaba erecto abajo del pantalón. Nos separamos y nos relajamos para seguir con el trabajo.
A medio día nos fuimos a su casa. Al llegar me cargó y me llevó a la recámara mientras seguíamos besándonos, allí lucí mi lencería y conocí su enorme miembro, que chupé hasta saciarme. Después de besarnos y hacer un rico 69, puso mis piececitos en sus hombros y me hizo su mujer, después de unas ricas y profundas embestidas me puso en cuatro, después me pidió que lo cabalgara, después de ladito. Sabía gozar. Así estuvimos hasta que logramos unos deliciosos orgasmos.
Quedamos extenuados en la cama, pero se recuperó y vino la siguiente ronda, pero esta vez me sodomizó y vaya que sabía hacerlo. Lo hizo con mucho cuidado y así, ensartadita, nos fuimos caminando abrazados por la casa deteniéndonos en algún sitio que nos pareciera significativo. Así terminó ese día, me llevó cerca de mi casa y yo le regalé mis pantaletas como trofeo.
Así fue como me hice amante de Rodrigo, me toma cuando quiere y como quiere, con él hago de todo y obtengo privilegios en el trabajo, parece que finalmente entré al ambiente pero me siento muy contenta y satisfecha con él, de hecho estamos pensando en tener un bebé.
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