Esperando algo que puede que jamás llegue
Por Helena
Enviado el 25/08/2014, clasificado en Amor / Románticos
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Siempre me han gustado las estaciones de trenes y desde bien pequeña me gustaba mirar a la gente e imaginarme cómo serían sus vidas. Pues ahora me siento como si estuviese en una de ellas. Me encuentro sentada en uno de sus viejos bancos, mirando como fluye la vida a mí alrededor. Prisas, atropellos, despedidas, lágrimas, sonrisas, bienvenidas Un vaivén de sensaciones concurre en una estación como están concurriendo en mi interior. Me encuentro sola sentada, mirando cómo pasan las horas del día, deseando que no llegue la oscura noche porque se me aparecen todos los fantasmas del pasado. Cada día es como si me despertase, y me fuese allí por costumbre. Día tras día, esperando que llegue el tren pero hace ya tiempo que no pasa por aquí ni oigo su campana. Invento cualquier excusa para que mi corazón no sufra, tal vez mañana sea el día en el que aparezca me digo a mi misma. Y a medida que los meses avanzan, la estación se llena cada vez de nuevos rostros y de más pensamientos ausentes. Cómo le digo ahora a estas ganas que nunca volverá, porque ya ha perdido trenes y no tiene ninguna intención de subir a ninguno. Invento cualquier excusa para quedarme entre la multitud, para así no sentirme tan sola y digo que voy a alguna parte pero en realidad lo que quiero es encontrar a alguien entre los escombros para ver cuán rota está por dentro cómo lo estoy yo e intentar encajar nuestras partes. La vida es dura, muy dura por eso siempre es indispensable unos brazos que nos abracen y nos calienten las manos frías y sobretodo que nos cure el alma rota. Nunca he sabido despedirme de la gente porque se han ido ellos sin despedirse de mí dejándome un abismo en mi interior. No estoy preparada para despedirme de una persona con la cual un día construí puentes que me unían a ella, puentes que parecían indestructibles.
Echo de menos el sonido de los motores de ese tren que tanta vida me daba. Aquí seguiré esperando en este banco mirando cómo pasa el tiempo y con la mayor de las esperanzas depositada en el cielo esperando que algún día sin esperarlo, baje del tren e ilumine toda la vieja estación.
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