Me quedo esperando un café para dos, poco a poco, va perdiendo la cafeína y se convierte en una bebida sin sabor, aunque está tan amarga como el saber que nunca vendrás. Es una pérdida de tiempo esperar a gente que nunca se decide a ir por lo que quiere, mientras el otro está reuniendo las ganas para ir a buscarle. Es absolutamente contradictorio estar con alguien que no pueda soportar la tormenta estando al lado de una persona que lo único que hace es tratarle de la mejor manera posible, es decir, con todo lo que posee en los momentos donde parece que la vida le ha arrebatado todo lo que poseía y lo único que le ha quedado son unas cuantas fotografías arrugadas, que únicamente sirven de sostén cuando está a punto de caer al precipicio y parece que nadie vendrá a salvarle, porque mira a los lados y ve que todo está como si hubiese pasado el peor tornado que se haya enfrentado jamás. Tú quizás estés preparando comida para dos (para alguien que no soy yo), mientras yo sigo preparándote la vida para cuando tomes el coraje y las agallas para venir y enfrentar los cristales rotos que dejaste en mi risa. Quedaron muchas preguntas sin respuestas, a algunas les he cogido miedo, si bien: he aprendido a no cuestionar sobre situaciones de las que preferiría no tener respuesta, es mejor enfrentar la realidad con la mejor de las caras, aunque eso implique que se abran de nuevo algunas heridas.
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