Mi cuñada, su amiga y yo

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Ese mes de Julio estaba siendo muy caluroso. Yo acababa de levantarme y me disponía a desayunar cuando sonó el teléfono.

- Hola cuñado, ¿cómo a ido la semana? -dijo la voz dulce de la hermana de mi mujer, María.

-¡Hola María, a sido bastante dura, más vale que ya es sábado y espero descansar, además tu hermana no vuelve de sus vacaciones hasta la próxima semana, dije yo con la voz ronca.

-Mi hermana es muy lista, se va de vacaciones y te deja solo trabajando...si quieres te invito a cenar a casa esta noche y tomamos unas cervezas.

Yo acepté y quedamos para la noche en su casa. María tenía mi edad, vivía sola y no tenía novio y no quería ningún tipo de compromiso. Era algo bajita, ojos marrones y sonrisa picara, y unos pechos mas bien pequeños pero firmes. No era una mujer muy guapa, pero ella siempre me dio mucho morbo.

Tras la siesta me duché y decidí ir un poco antes para ayudarla con la cena, compré una botella de vino tinto y me presenté en su casa. Llamé a su puerta y tardó unos segundos en abrir.

-Llegas pronto, ¡mira como me pillas!, dijo mientras me daba dos besos húmedos y sudados en la mejilla.

Llevaba puesto un pantalón corto de pijama y una camisa de tirantes sin sujetador, que dejaban adivinar sus pechos tras sus brazos.

-Tengo una sorpresa para ti, me dijo mientras señalaba el salón. Su piso era muy pequeño, cocina, baño, salón y una sola habitación de matrimonio. Me asomé al salón y allí estaba ella, Rosa, la mejor amiga de mi cuñada. Rosa era una preciosidad de mujer, era alta, delgada, con un precioso pelo negro largo, ojos negros penetrantes, dentadura perfecta y unos pechos grandes y respingones.

-¡Sorpresa! dijo Rosa saltando sobre mis brazos a la vez que nos besamos la cara.

Nos tomamos unas cervezas mientras cocinamos, el vino mientras cenábamos y unos cubatas después de la cena. Hablamos y reímos sin parar.

-Chicos, tenéis que iros, dijo María levantándose del sofá, ya son las 3 de la mañana y quiero irme a la cama.

- No podemos irnos por dos motivos, dijimos Rosa y yo a la vez, mirándonos y sonriendo. No podemos irnos porque hemos bebido mucho y conducir ahora sería peligroso.

-Vale, ese es un buen motivo, dijo María, y el otro motivo?

-El otro motivo, dijo Rosa, es que me muero por saber que se siente al tener sexo con otra mujer, y tu eres mi candidata perfecta, María.

-Y yo me muero por tener sexo contigo, el morbo que despiertas en mi es brutal, dije yo .

María se quedó callada durante unos segundos mirándonos a los dos sin parpadear, después se acercó a nosotros, paso un brazo por detrás de la cabeza de Rosa y acercó su boca a la suya, comenzando a besarla y darle pequeños mordisquitos en el labio inferior, a la vez que con su otra mano buscó mi bulto y comenzó a acariciarlo.

-Esta bien, si eso es lo que queréis....dijo dándose la vuelta y caminando hacia su cama mientras se quitaba la ropa por el camino, dejándonos ver el poderío de su culo redondo y perfecto y la cadencia de sus caderas al caminar. Se tumbó boca arriba y con un gesto de su mano llamó a Rosa, que se acercó a ella ya desnuda, dejándome ver la perfección de su cuerpo y el vibrar de sus pechos al caminar.

-Haz conmigo lo que quieras, dijo María abriendo sus piernas y entregándose a Rosa. Esta se tumbó sobre ella y comenzó a besar su boca, su cuello, sus manos, jugueteó con sus pezones, dándole pequeños mordiscos que estremecían a María. Se deslizó por su vientre hasta llegar a su pubis. Con dos dedos separó con delicadeza los labios vaginales de María y con su lengua comenzó a jugar con su rajita, pasando la lengua de arriba a abajo con suavidad, dejando que mi cuñada se fuera humedeciendo poco a poco. Después buscó su clítoris y pasó la lengua una otra vez hasta hincharlo y ponerlo rojo de excitación.

-Acércate cuñado, me dijo mirando mi polla erecta y dura loca por entrar en acción, déjame probar eso que disfruta mi hermana.

Me puse de pie junto a su boca, y ella me agarró los testículos con una mano mientras se introducía despacito mi sexo, disfrutando de cada centímetro.¡Ummmm deliciosa¡¡¡ dijo sin llegar a sacarla de su boca.

-Yo también quiero probar el sabor de un coño, le dijo María a Rosa, hagamos un 69. Rosa se dio la vuelta sobre María, entregándole su sexo húmedo a su boca, y ella volvió a jugar con el clítoris de María. Los dedos de ambas entraban y salían de sus mojados sexos sin parar, y sus lenguas excitaban el clítoris cada vez mas cerca del orgasmo. Yo mientras, de pie, miraba el espectáculo sin poder parar de tocarme. Las caderas de las dos comenzaron a moverse cada vez mas rápido, dejando ver que estaban a punto de llegar al éxtasis.

-¡¡¡No pares Rosa¡¡¡ voy a correrme¡¡¡¡deja tu lengua dentro de mí, dijo María a punto de explotar.

-¡¡¡No lo haré si tú tampoco paras¡¡¡¡ quiero correme contigo¡¡¡ aggghhh aggg¡¡¡¡

Ambas se corrieron a la vez, golpeando sus glúteos en la cara cada vez que movían las caderas. Se tumbaron las dos boca arriba y se besaron levemente, y percibieron mi cuerpo desnudo frente a ellas, absolutamente excitado. Las dos abrieron las piernas y me mostraron su pubis empapado en saliva y flujo.

-Fóllanos a las dos cuñado, dijo María, separándose los labios vaginales con sus dedos. Pero primero fóllate a Rosa, quiero ver como lo haces y que te corras encima mia, que para eso soy tu cuñada. Me tumbé sobre Rosa y comencé a penetrarla suavemente mientras besaba sus labios carnosos. Mi pene entraba perfectamente en su sexo húmedo y cada movimiento de cadera mío hacía moverse sus pechos adelante y atrás de manera absolutamente excitante.¡¡¡Que buena polla tienes Iván, dijo Rosa jadeando. María estiró de mi y me hizo ponerme sobre ella. ¡¡¡Ya te vale Rosa, ahora quiero que me folle hasta correrse en mis pechos¡¡¡¡La penetré como jamás había penetrado a nadie, ni siquiera a mi mujer, ella jadeaba y sudaba, y con sus manos en mi culo llevaba el ritmo de las penetraciones. Saqué mi polla y mi semen se esparció por sus pequeños pechos cayendo a la sabana. Los tres nos abrazamos y nos dormimos. La mañana nos descubrió desnudos a los tres en la cama, con un espeso olor a sexo, nos duchamos juntos y desnudos, desayunamos y comentamos lo ocurrido la pasada noche.

-Este será nuestro pequeño secreto, dijo María mirándonos a los ojos. Los tres nos sonreímos y terminamos de desayunar.


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