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No le gustaba éste mundo y se empeñó en cambiarlo. Pensó en los prohombres que dejaron huella solo con su presencia, y sus actos, que sin esperar nada a cambio quedaron inmortalizados, y quiso ser uno de ellos. Dejó todo marchando por pueblos y ciudades, como cual trovador cantando su canción; confundió la inmortalidad del espíritu con la material pactando con el diablo y éste lo condenó por siempre a vivir. Su ambición no le permitió ver más allá perdiendo lo único que ansiaba, la inmortalidad.
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