Siempre he pensando que lo más bonito de tener pareja es que los domingos los pasas acompañados. No sé quizá necesitemos a alguien que nos haga ver que en los Domingos no estamos solos y que los Lunes no son tan malos como parecen. Recuerdo después de ir a ver una película, supongo que ese día me tocó elegir a mí y por tanto tocó película romántica, salimos del cine comentando alguna anécdota de la película como de costumbre y sin venir a cuento él me dijo, repitiendo una frase de la película, que quería que fuese su chica de los domingos.
Tengo el corazón tan roto que encuentro siempre la manera de defenderle de los pensamientos de mi mente, la gente me incita a que le odie por el daño que me está haciendo, pero yo entiendo e intento defenderle. Necesita estar solo un tiempo y conocerse a sí mismo y tal vez así se pueda darse cuenta de que de verdad estoy hecha para él, porque así lo creo. Él está hecho para mí, incluso demasiado perfecto diría yo.
No hay un solo rincón de nuestra ciudad por el que camine que no me acuerde de su recuerdo. Nos hemos recorrido la ciudad muriéndonos de amor como aquella canción del Canto del Loco. ¿Algún día dejare de sufrir por amor? Si tengo suerte, nunca. Mi corazón sigue en un vaivén de sentimientos intentado amaestrar la soledad que le ha venido de golpe, le hace falta muchísima paciencia para poder afrontar esta nueva situación. Camino por todas las calles buscando su olor, buscando el aire que respira. Dicen que los pensamientos de dos personas que se aman siempre terminar por encontrarse, así que me pregunto a menudo antes de dormirme por las noches si él también piensa en mí cuando yo pienso en él. Cien veces creo durante el día verlo y es como si mi corazón dejara de latir cuando la silueta de un hombre me recuerda a él. Juro no volver nunca a amar así, ha sido una verdadera locura, un abandono de mi misma imposible y un corazón roto en mil y un pedazos. Miro a veces al cielo como si las nubes dibujasen tu sonrisa, pensando que él también podría estar mirándolo y estar acordándose de mí. Lo echo muchísimo de menos, ojalá estuviese aquí durmiendo en mi cama, vagueando ya que es Domingo y yo a su lado mirándolo y escribiendo.
¿Me echará de menos tanto como yo lo echo a él? Todo es una locura pienso, mis sentimientos hacia él son tan grandes que hasta yo misma me sorprendo al renunciar a algo que anhelo desde que tengo uso de razón. Pues aquí estoy, una tarde domingo nublada, sola y con ganas de que llegue la noche para descansar y que pase un día más.
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