Noelia

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Sin decirme nada, cambió completamente mi estructura mental, toda se enfocó en ella, en su figura, en su mirada, en su cabello y en sus manos, que tan sutilmente cogían aquella copa, que mojaba sus labios y sabían cambiar el color de aquellos. La miré intentando disimular mi interés por ella con las otras personas que allí estaban, era algo imposible nuestra unión, sin embargo, ella no temía, ella estaba allí, tan hermosa, y para mi, solo para mi.

Hubo un momento en que me desesperé, las horas pasaban y no habíamos cruzado palabra alguna, no me iría sin al menos escuchar su voz dirigida hacia mi. Era fantástica, no podría morir sin aunque sea poseerla una sola vez. Terminó la fiesta, de vestidos y trajes elegantes y ella seguía allí queriéndome decir algo, queriendo acercarse, queriendo tenerme al igual que yo.

Justo en el momento en el que la vi resignada, me acerqué y sentí su aroma al fin, sus ojos me miraron y supe que me esperaba, que todo el tiempo quiso que me acercara. Toqué su cabello e insinué que me acompañara con un gesto, ella cedió y con prisa nos acercamos cautelosamente a mi auto.

Durante el trayecto no supimos qué decir, ambos sabíamos que nos queríamos y nos deseábamos pero quizás el miedo nos hizo torpes y ansiosos por llegar. Llegamos.

Entramos, ella tímida, la guié a mi habitación, nos acompañaba una luz tenue, baja para tranquilizarnos un poco, estábamos nerviosos, pero eso no impidió que nuestros cuerpos hablaran por sí solos. Tome su cara con mis manos, la besé, la sentí, sentí su corazón acelerado y temblaba, yo también, estábamos parados como idiotas, algo tensos pero envueltos de ganas de hacer el amor.

Luego se recostó, comencé a tocarla, sus pechos eran suaves, pequeños y redondos, sus besos empezaron a acelerarse, mis manos comenzaron a responder a ello, bajé el cierre de su vestido y ligeramente lo dejé caer, ella me quitó la camisa, mis pantalones, y quedamos en ropas pequeñas, observé su cuerpo, era hermoso, sus curvas hacían armonía con su rostro, la sangre me hervía, sentí un descontrol total de mi cuerpo que no hacía nada más que sentir su calor de mujer, su aroma, el aroma sutil de su sexo y de su cuello, la besé en el cuello y luego comencé a bajar, en ese momento comenzó a gemir y eso hizo que me volviera loco, bese sus pechos mientras tocaba su sexo y ella hacia un movimiento que permitía que mis dedos la penetraran. La despoje y me despoje de toda ropa, estábamos desnudos, y podíamos sentir el calor del otro, en ese momento me miró y su postura de sumisa cambió, me tiro el cabello e hizo que me pusiera debajo de ella, me besó el pecho mientras nuestros sexos se rozaban, ella hacía un movimiento que no permitía que yo tomase el control de lo exquisito que resultaba sentirla moverse aún sin penetrarla.

Me entregué a ella, era tan sutil y agresiva a la vez, en ese momento quería sentirla, quería sentirme dentro de ella y poseerla, pero ella supo hacerme el amor a su manera, yo sólo la sentía tan exquisita como imaginé. En eso comenzó a sentirse el aroma a sexo que tanto excita, su aroma hizo que quisiera besarla abajo, pero ella se adelantó, comenzó con besos pequeños y luego, apretando sus labios y salivada, me introdujo en su boca, mientras me tocaba, y ella subía y bajaba lentamente, jugando con mi sexo y acelerando mi respiración a tal punto de gemir...

Cuando terminó, me besó locamente, y finalmente se posicionó para penetrarla, fue fácil a base de mi dureza y su humedad, comenzó a gemir y me descolocó, sus pechos se tornaron mas redondos, su pecho se enrojeció, su movimiento fuerte y armonioso era éxtasis para nuestros sexos, no podía terminar allí por más que lo quisiera, no podía dejar de sentirla, de penetrarla como tanto desee. Veía como se movían sus pechos, como saltaba tiernamente sobre mí, y en eso, en tanto placer y locura, no pude contenerme y la tomé, la di vuelta y la penetré nuevamente, como yo quería, a mi ritmo... Se rompió un poco el esquema de la sutileza y la bese, me eché sobre ella a besarla, a seguir penetrándola, y escuchándola gemir cada vez mas fuerte... En ese momento sentí que me apretaba una y otra vez, mientras se concentraba en su orgasmo la miraba y la sentía, fue la oportunidad para que llegara mi orgasmo también, y así, concluimos nuestra unión, con un orgasmo que en mi vida había sentido, nuestros fluidos se mezclaron y evaporaron un aroma exquisito...

Luego nos recostamos, nos abrazamos, nos miramos y nos unió la sonrisa...

Fue hermoso.


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