Denunciar relato
...,entre sábanas de algodón asépticas y almidonadas, veía pasar los días esperando la visita de la señora de negro. Se jactaba de hablar con su Virgencita querida, la única que le infundía fuerza para seguir luchando. Su efímero paso por éste mundo dejaría poca historia, como tantas otras gentes, ni siquiera una muerte digna. Hoy estaba feliz, la había visitado su amor imposible, con eso le bastaba. Muchas cosas les distanciaban, la edad, la educación, la apariencia; era consciente. Para ella su amor, para él una mujer necesitada de cariño a la que llegó a querer como una hermana mayor.
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