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Una de sus pistolas de juguete, el pequeño balón del Aleti yel camión amarillo, fueron los últimos elegidos por Fernando para las vacaciones. Sus padres, habitualmente inquietos antes de un viaje,permanecían imnotizados por las cruentas imágenes de una guerra, que discurría en un lugar cubierto de arena. Fernando fijó sus ojos en la pantalla, cuando un pequeño de tez oscura y ojos encharcados, sujetaba un arma enorme como para no ser real. Fernando volvió a la habitación, sacó su pistola de la bolsa, la envolvió cuidadosamente y la guardó en el fondo de la bolsa de basura de la cocina.
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