CON QUE SOÑAMOS

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Me gustan los moribundosatardeceresen los cuales los rayos de luz se descomponen, mientras juegan a esconderse detrás de las nubes de color sangre que pueblan y viajan por los cielos eternos,que como cada tarde, cambian y se renuevan, para volver a su danza de vida y de esperanza, en la que el mañana siempre es diferente y sorprendente. Aun sabiendo que ya pocos volveré a ver, mis ojos cada vez mas me traicionan, ya no quieren ver la belleza, solo les atrae el mundo oscuro que existe escondido detrás de ella.

Observo retazos de pasados y futuros persiguiéndose entre los vientos que obligan al tiempo a detenerse, mientras los niños de los mundos por existir, los miran con ojos hambrientos de vida, de esa vida que todavía no saben que posen y que quizás nunca lleguen a saber. Demasiados ocupados en intentar nacer en un seno amoroso y cálido. Mientras la fantasía de la cual han nacido se muere sin remedio con aquellos rayos de luz, que ya se extinguen en la lejanía. Una fugaz no vida, que se pierde en alguna parte del camino. Como el que no fue y sin embargo nunca regreso.

Puede que yo haya sido uno de ellos, uno de esos niños sin futuro ni pasado, que miraba como la vida pasaba de largo cuando casi la tocaba con la punta de los dedos. ¿Será qué nunca he nacido, qué sigo jugando entre las nubes de color sangre de una vida que nunca ha sido mía, mientras la luz del atardecer se descompone y juega a esconderse de mí y de mis esperanzas?, me pregunto, mientras el tiempo que se había detenido, reanuda su marcha hacia un horizonte demasiado lejano para que pueda importarle algo. Que esperabas del mañana, acaso pensabas que te esperaría y que os ibais a ir juntos de la mano por estos mundos, alegres y felices cantando canciones de amor eterno.

Será que aun no he abierto los ojos y que sólo siento este atardecer con el alma y con un corazón que se marchita cada vez más a cada latido que da, que lo lleva muy a su pesar hacia el final del sueño sin esperanza de haber nacido alguna vez. A quien sólo le queda por esperar a esa noche de luna ardiente, del color oscuro de la mala suerte recién derramada, mientras los ojos nunca abiertos siguen imaginando y soñando con atardeceres eternos donde uno cree vivir y ser feliz. Intentando retrasar lo inevitable a base de esperanza y de ilusión, espejismos que se convierten en quimeras, que acaban por devorarlo todo, incluido tu alma y tu corazón.

Debería abrir los parpados a la realidad sórdida y dolorosa del que ya poco espera de los sueños traicioneros, esos que dicen te llevan con ellos hacia un lugar mágico, pero del cual nunca puedes volver, sabiendo que solo es un engaño que se llama muerte prematura de felicidad, que nunca llegó a nacer. Ahí es donde vive la parca y a sus banquetes todos estamos invitados, incluso puede que seamos uno de los platos. Claro que poco me importa ya, ser plato o invitado, a la postre viene a ser lo mismo, acabas siendo súbdito sin voz ni voto.

Es como si pudiera volar sin alas y sin alma, sin remordimientos por el tiempo robado a una vida que nunca ha sido mía, en un mundo que nunca existirá, ni siquiera en la imaginación del dios de los iluminados, esos que se arrastran por los suelos manchados de sangre ajena, pegajosa y que nunca se puede lavar, aunque lo intentes a base de bourbon sin hielo amarrado a la barra de los lugares oscuros donde suenan blues cansados y desgarrados por la verdad de una mentira que todo lo invade y lo pudre. Ya solo apto para viajar hacia la oscuridad que vive en aquel pozo profundo, en el cual voy cayendo poco a poco, siendo consciente del deterioro que me rodea y que me empuja hacia el fondo irremediablemente, a pesar de mis débiles pataleos y los intentos de mi voz rota de tanto gritar mi rabia y mi dolor, por cambiar el rumbo.

Creo que ya ha llegado ese momento en el que solo nos queda recordar y esperar. Y mirando lo poquito de cielo que desde aquí se puede atisbar, me sorprendo pensando en que de mayor quiero ser astronauta, cuando lo único que prevalece es el dolor eterno de una vejez que se va acercando cada vez más rápido, más rápido que los sueños, más rápido que el tiempo, más rápido que la vida y más rápido que tú.

Pero el tiempo ha pasado ya para poder cambiar nada de lo que haya podido ocurrir, así que en mi lento descenso hacia un hipotético final aun sueño con ayer, con hoy y con mañana, a sabiendas que la suma de todos esos sueños solo me han dado un resultado, la oscura e inevitable sensación de haber vivido una vida equivocada, para nada.

Si sueño es que sigo vivo y si estoy vivo aun puedo soñar, la luz de la mañana nueva entra a raudales por la ventana y obliga a mis ojos a abrirse, lejos ya esta una pesadilla de quimeras y imposibles, saldré a la calle silbando y porque no, intentando soñar con algo de felicidad compartida, hasta que vuelva a cerrar los ojos para que la rueda no pare de girar.

De sueños he existido

De sueños estoy hecho

En ellos siempre muero

En ellos siempre vivo

Durmiendo, en un mundo

Despierto, vivo en otro

La vida de un sueño

O de un sueño vivido


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