Regalo de cumpleaños.

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Qué extraña sensación, tener los ojos vendados y manos atadas, se te agudizan tanto los demás sentidos... sobre todo el oído y el tacto. En eso estaba centrada, en su tacto.

Aitor me tocaba entera, me besaba y acariciaba mi clítoris con su lengua suavemente poniéndome a mil por hora, mientras tiraba de mis pezones con cariño pero a la vez con una cierta rigidez que me volvía loca. A esta estupenda danza, entre su cuerpo y el mío añadió dos dedos en mi vagina, y a punto de correrme los sacó rápidamente.

-No cariño, aún no. Falta tu regalo de cumpleaños, espero que te guste.

Todo se quedó prácticamente en silencio, pero note como mi chico se levantaba de la cama y se alejaba, escuchando sus pasos cada vez más lejos. Pocos minutos después lo escuchaba de nuevo encaminándose a nuestra habitación pero no venía solo, traía compañía.

-¿Quién es?. Pregunté.

Nadie contestó, solo pude escuchar la voz de mi novio susurrando - Shh, calla y disfruta.

Ahora eran cuatro manos, no sabía diferenciarlas, se enlazaban entre ellas. Me tocaban los labios, los pechos, las piernas, el ombligo y juntas se dirigieron a mi vulva.  Dos de ellas abrieron mis labios exteriores, podría jurar que eran las de mi chico, la otra persona empezó a chupar mi clítoris con fuerza, absorbiendo hacia dentro y pegando pequeños bocados que me hacían ver estrellas, aún con esa ancha cinta negra que cubría mis ojos.

Me corrí, gimiendo sin parar y chupó mis fluidos que resbalaban por mis piernas sin dejar ni gota.

No me dejaban ver, ni tocar, pero podía sentir que era un hombre, su fuerza al tocarme y esas manos rudas me lo indicaban.

Me soltaron las manos y me colocaron de rodillas en la cama, alguien me atrapó la cara entre sus manos y me dirigió la boca hasta su pene. Era mi chico, sin duda.

Chupé, chupé con ansias y fuerza, estaba muy caliente y me apetecía muchísimo. Y cuando pensé que esa polla explotaba por tan grandes acometidas y se iba a derramar en mi boca, alguien atrapó de nuevo mi cara y repitió el mismo procedimiento. Era un hombre y de nuevo me metió su pene en mi boca,  no era extremadamente enorme pero sí bastante gruesa, tanto que me costó trabajo chuparla.

Me colocaron a cuatro patas sobre la cama, aquel extraño  se acomodó debajo mía y una vez comprobar que estaba húmeda empezó a penetrarme con fuerza. Noté que tenía preservativo puesto. Lo toqué con curiosidad, estaba fuerte, sus músculos estaban bien marcados y definidos, eso me excitó aún más.

 Sentí un líquido frío y viscoso en mi ano, supe lo que iba a pasar y me negué. No me gustaba el sexo anal, ya lo había practicado otras veces y rara vez me gustó.

- Tranquila nena que esta vez será diferente, estás muy excitada- dijo Aitor.

Confié, y así fue. Introdujo su dedo poco a poco y más tarde empezó a introducir su pene muy despacio. Pedí más. Me gustaba. Hasta que los dos cogieron ritmo y me penetraban a la vez. Gritaban cosas muy sucias que me ponían a mil, y de vez en cuando me pegaban un cachete fuerte en el culo.  Pensé que iba a morir en ese orgasmo, chillé y ellos conmigo casi a la vez derramándose dentro de mí.

Caímos rendidos tirados en la cama. Aquel desconocido se marchó sin darme la oportunidad de ver su rostro, cosa que entristeció en cierto modo, me había hecho disfrutar mucho y me hubiera gustado saber quién era el responsable de alguno de aquellos maravillosos orgasmos.

 Aitor me quitó la cinta de los ojos y dándome un dulce beso en los labios me susurró - Feliz cumpleaños tesoro, espero que te haya gustado.


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