Amor Y Promesas Rotas (Capitulo II )

Es fácil sentirse solo. Sobre todo, cuando miras a tu alrededor, te das cuenta de que todos ríen, menos tú. O eso es lo que hace que pienses tu cerebro. Cosas como estas, Diana, las había leído en alguna revista. Pero en esta situación, su cerebro le ponía más empeño. Y es que era inevitable sentiré solo, o excluido en aquel lugar. Por un parte, tiene a su lado al chico del cual está profundamente enamorada, y al frente, a su novia.

La cena transcurrió lentamente. Sin embargo,  no pasó nada fuera de lo común. Conversaciones vagas, sonrisas fingidas. Y lo peor, cris se había pasado toda la noche abrazando a Mario. A Mario se le notaba distraído, como si su mente no estuviera hay.

-          Mamá, lo siento, me quede trabajando hasta tarde…

De las tantas excusas que a Diana se le pudo ocurrir, esta fue la peor. Fue una suerte que su madre, debido al sueño pensó Diana, no se dio cuenta.  Ella aún seguía en la secundaria. Y su madre, por ser muy estricta, no la dejaba trabajar. Decía que debía dedicarse enteramente a sus estudios. Aunque por la mañana, le esperaría un gran sermón.

¡Mario es un tonto! Diana se preguntaba cada momento, como es que Cris seguía siendo su novia. Aquella chica lo trataba mal, casi ni se preocupaba por él. Seguro que ella sería una mejor novia para Mario. De un salto se acostó en su cama. Encendió el ordenador portátil, se puso los audífonos y puso algo de música.

Dio un par de vueltas sobre su cama. Al cabo de un par de horas, se dio cuenta de algo. Tal vez ella no tenía ninguna oportunidad con Mario. Él nunca se fijaría en ella. Y si alguien día hubiera algo entre ellos, tendría que pasar muchas cosas. Cosas imposibles. Cosas que nunca pasarían.

Diana  pauso la música, apago el portátil, se cambió de ropa y se metió a su cama. Sin saber, que alguna de esas cosas pensaba imposible, ya estaba pasando.