Dedicado a Nyarlahotep, con admiración
14 de abril
Esta noche he tenido una pesadilla. Soñé que me despertaban unas voces, luego resultó que no eran voces de la calle, sino del interior de mi cabeza. No comprendí lo que decían. Soñé que volví a dormirme. Lo anoto por si pudiera ser importante.
16 de abril
No fue un sueño las voces de anteanoche. Esta madrugada las voces me han despertado otra vez. Quizás debería hablar con la doctora, pero no quiero intranquilizar a Mona. La he mirado y duerme plácidamente ¡Es tan hermosa! Ella se ha quedó conmigo durante mi enfermedad. No hizo caso a nadie y no me dejó.
20 de abril
Hoy he escuchado las voces a mediodía y he entendido lo que me dicen. Me advierten de un peligro. No sé si otra vez estoy perdiendo la razón; ¿puede que no me esté sirviendo la medicación? Estoy asustado.
23 de abril
Las voces no me han dejado dormir durante toda la noche. Para no molestar a Mona, me he sentado en una silla y he estado ahí, sentado en la cocina, quieto, durante toda la noche. Escuchando. Me piden que haga algo horrible
24 de abril
Noto que Mona me mira de una forma especial. Creo que piensa que he recaído en mi antigua enfermedad; pero no es así, no he perdido la cabeza. Las voces existen y me hablan. Odian a Mona. La calumnian. Les he dicho que se callen, que no les consentiré que hablen mal de ella.
25 de abril
Las voces no me dejan en paz. Es horrible. No consigo concentrarme en nada. Insisten en que haga lo que tengo que hacer; pero yo les he dicho que jamás les creeré, que Mona es una mujer maravillosa y que se ha quedado conmigo, aunque todos le aconsejaban que me dejase.
28 de abril
He comprado un hacha. De esas pequeñas que se utiliza en la carnicería. No necesito que sea más grande. De un golpe puede cortar un hueso de ternera, creo, un hueso de los gordos. Mañana voy a practicar con el hacha. Me iré al campo y buscaré unos troncos grandes, tengo que dar un golpe certero.
29 de abril
Tengo problemas con el hacha, creía que era más fácil de utilizar. En casa las voces no dejan de hostigarme. Como Mona, no estaba he podido hablar con ellas, con las voces, les he dicho que no se preocupen, que haré lo que tengo que hacer. Voy a seguir practicando, tengo que golpear con fuerza, eso es, con decisión. He estado en el mercado y me he fijado como lo hacen los carniceros.
30 de abril
He vuelto a estar en el mercado. Cada vez soy más habilidoso. Le he comentado a Mona, lo de las voces. Me ha dicho que mañana, sin falta, tenemos que volver a ver a la doctora. Piensa que he recaído. No entiende, no comprende. He visto en sus ojos una tristeza enorme, eso me apena y la doctora me dijo que debía evitar cosas que me entristecieran.
1 de mayo
De madrugada me despertaron las voces. Cogí el hacha. Mona se despertó, sin duda a causa de algún grito involuntario que proferí. Escuché gritar a Mona. Levanté el hacha y lo dejé caer una, dos, tres veces. Golpes certeros. ¡Basta! ¡Basta!- gritaba Mona, en un rincón,- Por Dios ¿Qué te pasa? Para - De pronto se quedó callada y vi su rostro descompuesto por el horror. -¿Qué es eso?- Preguntó señalando a las tres formas repugnantes que yacían, heridas, en el suelo. Eran como babosas gigantes que se retorcían en su propio charco de sangre, con las heridas y la horrible boca dentada abierta. Las voces,- respondí,- querían que te asesinase, querían hacerte daño, pero yo las he matado a ellas.
Mona se acercó hasta mí, me miró como jamás me había mirado y yo la besé como jamás la había besado. De reojo vi que el último de aquellos seres repugnantes daba el último estertor, entonces solté el hacha; pero no los labios de Mona.
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