Cada vez que veo su foto me acuerdo del primer día que la ví.
Yo tenía doce años y estaba, al igual que todos los niños tanto de mi época como los de ahora, pensando solo en el fútbol. Y eso, precisamente era lo que hacíamos en el "campito de fútbol", un autentico pedregal pero que para nosotros era la escapatoria perfecta después de la escuela.
En un momento del partido, el balón sale fuera de la banda y cuando me disponía a recogerlo levanto la cabeza y... la veo, allí estaba de pie con la pelota a sus pies, era como si todos los que estábamos a su alrededor teníamos que postrarnos ante ella. Me quede fijamente mirándola, no podía apartar los ojos de su bello rostro, hasta que un grito que venía de un compañero situado a mi izquierda me hizo volver a la realidad.
Después de aquella ocasión intenté por todos los medios estar junto a ella. En clase (era nueva en el barrio), en el patio, la acompañaba a casa con la excusa de que me pillaba de camino a mi casa aunque realmente no era así, hasta que unos años después nos casamos.
Tuvimos tres maravillosos hijos, a quienes quiero y quisimos mucho.
Rosalie, cuanto te hecho de menos!
Los ojos se humedecen cada vez que veo su foto y junto a ella, reposan sus cenizas.
Sí, definitivamente, a mis 93 años, pienso que realmente he sido muy feliz en mi vida.
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales