El amigo de mi padre. SEGUNDA PARTE.

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Me recompuse un poco en el baño, llevaba el pelo recogido con un moño sencillo y unos mechones ondulados caían sobre mi cara favoreciéndome el rostro, desabroché un botón de mi camisa blanca para resaltar mi escote, y me alisé la falda azul marina que terminaba por encima de mis rodillas. Repasé mi maquillaje y nerviosa cogí el ascensor que me llevaba a la puerta de su despacho.

Llamé y su voz sonó dentro de la estancia "adelante".

Al verme sonrió, se levantó de la mesa y cerró la puerta con el pestillo a espaldas mías.

Solo logré escuchar 'lo siento, pero ya no puedo más'

Se lanzó sobre mí y me empujó hasta un rincón de su despacho, mientras me miraba a los ojos. Me besó y sin tiempo que perder desabrochó mi camisa dejando a la vista mis pechos cubiertos por el sujetador blanco.

Subió la falda, bajó mis bragas tirándolas lejos y empezó a acariciar mi rajita. Comprobó lo húmeda que estaba y  sonrió. Metía sus dedos fuerte dentro de mí y yo me arqueaba y mordía los labios para no gemir allí, donde muchos nos podían escuchar y él viendo mi sufrimiento comenzó a bajar dando besos hasta llegar a mis tetas, las que sacó del sujetador y comenzó a chupar hasta poner duros mis pezones.

Comencé a tocarlo yo a él, desabroché su camisa de un tirón y resbalé mis dedos por sus abdominales, bajé hasta su pantalón y saqué aquello con lo que tantas veces había soñado. Sonreí inconscientemente al ver que era mucho mejor que en mis fantasías. Era bastante grande, pero sobretodo bastante gruesa. No lo pensé, me moría de ganas. Me agaché hincando las rodillas en el suelo y me la metí en la boca con anhelo.

Lo oía gemir bruscamente mientras echaba la cabeza hacia atrás. Con sus manos agarraba mi pelo y me movía la cabeza al ritmo que quería que se la chupara. Me gustaba su sabor, esperaba repetir aquello cada día, en cada almuerzo.

Se iba a correr cuando paró y me levantó del suelo, poniéndome a horcajadas sobre su pene. Me penetró así varios minutos, haciéndome gozar y reprimiendo mis gemidos apoyando mi boca sobre  su hombro desnudo.

Me soltó sobre la mesa abierta de piernas y me dijo, lo siento preciosa pero hoy te toca invitarme a ti a comer, y sin decir más nada se dirigió a mi sexo para comérselo con ganas hasta que llegué a un estupendo orgasmo tirando de su pelo no muy largo.

Me folló en la mesa, contra la pared y en su sillón hasta que eyaculó dentro de mi sin preguntar siquiera.

Relajados en aquel sillón uno encima del otro sonó el contestador. Me sobresalté al escuchar la voz de mi padre:

"Iván no encuentro a Andrea por ningún lado  ¿la has visto? han pasado 15 minutos de la hora de su almuerzo, algo importante ha debido ocurrir para que ella no aparezca a su hora y no halla avisado."

Sonreí, mientras pensaba  'Y tan importante...'


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