La noche cuarenta y dos (I)

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Cuarenta y una noches de hospital. Son las que Ana lleva en esa habitación, desde al fatal accidente de tráfico que dejó a su marido, Javier, gravemente herido.

Mes y medio después, la situación es mucho más alentadora, Javi se ha recuperado de sus heridas más importantes, aunque sigue anclado a la cama sin apenas poder moverse pendiente de la ultima operación de cadera.

Ana sube al coche a las ocho tras despedirse de él y ayudarle con la bandeja del desayuno, y empieza su rutina diaria. Pasará por casa de sus padres a recoger a los niños, llevarlos al colegio, y luego la trabajo hasta las tres.

Salir del trabajo en su supermercado, comer sola en casa, recoger un poco, un rato de siesta, y a por los niños de nuevo, merienda y tarde con ellos hasta dejarlos de nuevo con los abuelos... y de vuelta al hospital.

Así empieza la noche cuarenta y dos. Ana aparca su coche, y pasa por la cafetería del hospital a coger un café y una botella de agua para subir a la habitación. En la pequeña cola para pagar, una mano en su hombro la sobresalta ligeramente

- Buenas noches... preparada para otra noche?

Es Carlos, el hijo del enfermo que comparte habitación con Javi, un chico de 27 años, barba corta y frondosa y ojos castaños.

- Hola...- contesta Ana esbozando una tímida sonrisa

- Hoy te toca también?

- Sí, pero creo que nos queda ya poco, en una semana creo que estaremos en casa por fin- dice Carlos

- Me alegro por tu padre, y por vosotros... claro...

- Te apetece tomar un café? Yo invito...

- Ehh, no se... ya llevo uno para la habitación... es la rutina, ya lo hago todo mecánicamente jaja- responde Ana

- Venga... pues tómatelo aquí... y luego te subes otro

- Vale.. sobra tiempo para estar en ese sofá horroroso- dice Ana

Ana coge su café y sigue a Carlos a una mesa en la esquina de la cafetería casi desierta a esa hora. Lleva una faldita estampada con vuelo, corta, y una camiseta blanca de tirantes que visa ligeramente su sujetador también blanco.

Charlando sobre cosas intrascendentes, Ana pilla un par de veces a Carlos mirando su escote, nada exagerado, pero la fina tela de la camiseta hace volar la imaginación.

- Cuando quieras subimos Ana, quizás Javi o mi padre nos echen de menos

- Si.. será mejor... contesta ella

Ya instalada y preparada para una nueva noche, Ana se ha cambiado en el baño de la habitación, se ha puesto unos leggins negros y una camiseta blanca de manga corta. Como ella dice, el uniforme de enfermera de noche.

Tras un rato de charla y un vistazo a una revista, todos empiezan a ver la película de las diez, una comedia romántica de la que nadie había oído hablar antes.. pero que en esa situación, todos ven como si de un estreno se tratase.

A media película, una escena en la que los protagonistas hacen el amor apasionadamente vuelve la situación un poco tensa. Tras varios abrazos y besos que suben de intensidad, ambos están desnudos en la cama, el tumbado y ella cabalgándolo mostrando sus generosas tetas por momentos.

Carlos mira para su padre, que duerme ya placidamente, y luego con disimulo para Ana, que cada poco mira con complicidad a su marido, que se derrite mirándola a ella.

Menuda faena, dos meses sin poder follar con esa preciosidad de mujer, piensa Carlos mientras desnuda con la imaginación a Ana, sentada y atenta a la película.

A media noche, un leve ruido desvela a Carlos, que abre los ojos y ve como Ana susurra algo a su marido. Intenta incorporarse por si ocurre algo, pero enseguida se da cuenta de que la cosa es intima. Parece que Ana juega con su mano bajo la sabana con disimulo, así que Carlos decide hacerse el dormido, sin quitar ojo claro.

De repente, nuevos susurros, y Ana se aparta, coge una bolsa del armario, y entra en el baño sigilosamente, y para no hacer ruido, simplemente echa la puerta sin darse cuenta de que esta retrocede unos centímetros, los justos para que Carlos pueda la pueda ver reflejada en el espejo, y entonces ocurre....

Ana se baja los leggins, se deshace de ellos, y en un instante hace lo propio con sus bragas blancas. Durante un par de segundos Carlos puede ver en el espejo su sexo, con vello cortito y un poco descontrolado que cubre todo su pubis hasta que vuelve a desaparecer bajo la falda que se acaba de poner. Ana se saca el sujetador con la camiseta puesta, apaga la luz y vuelve a salir sigilosamente.

Carlos sigue fingiendo dormir, pero ha ladeando su posición para disimular su erección tras lo que acaba de ver, y de paso, mirar hacia la cama de Javi.

Ve como en la penumbra Ana corre lentamente la cortina que separa ambas camas, y en apenas un minuto se oye como la respiración de Javi se altera, entre suspiros y lo que parecen gemidos controlados. En la sombra, Carlos adivina la silueta de Ana inclinada sobre su cama, hasta que un sonido inequívoco despeja todas sus dudas. Es ese chupetón que suena cuando la polla se escapa de la boca. La reacción de Carlos es instantánea... su mano se va a su polla dura, y la frota sobre los vaqueros.

La situación es tan morbosa, que sin pensarlo, se levanta sigiloso también, hasta el borde de la cortina. La luz tenue que entra por la ventana le permite ver como Ana se la esta chupando, agarrándola a la vez mientras el la penetra con sus dedos bajo la faldita que Ana tiene por la cintura.

Carlos gira la cabeza y cruza de repente una inesperada mirada con Javi, que contrariamente a lo esperado, no hace nada, ni avisa a Ana, que sigue muy dedicada a su tarea, hasta que la separa levemente y tira de su camiseta en un gesto que ella entiende a la primera. Ana la levanta, mostrando sus deliciosos pechos de pezones oscuros, las coloca sobre la polla tiesa de su marido, y las oprime sobre ella mientras Javi vuelve a cruzar la mirada con Carlos, que ya sin disimulo, mira mientras se toca sobre los pantalones.

No pasa ni medio minuto cuando Javi intenta reprimir un gemido, consiguiéndolo a medias solo, y explotando en las tetas de Ana que recibe sin inmutarse hasta la ultima gota de leche que lleva dentro, retira su mano de la entrepierna de Ana y deja caer su cabeza en la almohada relajado, al tiempo que ella se incorpora con su pecho brillante de borbotones de semen que llegan a su barbilla, pasa su mano por ella, y le da un beso en los labios.

- Te ha gustado cielo? le susurra

- Mucho..., a los dos nos ha gustado... dice sonriendo y señalando con la mirada a la cortina

-Ana gira rápidamente la mirada y solo ve como la cortina se mueve, mientras Carlos ha regresado a su butaca como un rayo.

(continuará)


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