Otra noche en el abismo, sin poder entenderte, me levanto llorando con el primer alba y no logro poder dormir más. Me despierto sin fuerzas, sin ganas de un nuevo día, deseando quedarme en la cama pero con la luz del día para ahuyentar a los fantasmas del pasado. Me siguen viviendo fuerzas de algún sitio que sigo sin poder ubicar, cada vez son más débiles, mi corazón está dejando de latir y mi cuerpo está empezando a reflejar el dolor que llevo por dentro. Sigo intentando sonreír a pesar de estar muerta por dentro, pero mis pensamientos son traicioneros y cuanto menos me lo espero tengo una lagrima al final de la mejilla, sin importar donde me encuentre. Ya no sé dónde ir, no tengo una dirección estable, ni un hogar donde poder recostar la cabeza en las piernas de alguien. El tiempo está pasando dándome las peores patadas y puñetazos que he recibido nunca, es como una caída libre, con tanta fuerza y con tanta velocidad que me está quebrantando cada hueso de mi cuerpo. No sé si el tiempo que tan inmerecido castigo me está poniendo, será capaz de coserme y recomponer todas las heridas de mi cuerpo. Pero a pesar de todo el dolor, todavía hay una vela encendida para pedir un deseo, una vela que quizá sea el motivo por el que me levanto cada mañana y me ayuda a soportar todas las caídas.
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