Abro los ojos, aunque me cuesta muchísimo por la intensa luz, estoy en una pequeña habitación de blancas paredes que no debe de tener más de tres metros cuadrados, yo me encuentro tumbada en una especie de cama mucho más pequeña de lo normal. ¿Dónde estoy? ¿Qué me ha pasado? Algo me inquieta, tengo un miedo atroz y me siento mareada, pero no me duele nada... Intento recordar como he llegado hasta aquí, que es lo que ha sucedido, pero no recuerdo nada... Quiero incorporarme en la camilla y vagamente lo consigo, me siento tan desconcertada, tan confusa... ¿Qué me ocurre? Forzando la vista, localizo la puerta, camuflada entre las paredes blancas, me levanto e intento caminar poco a poco, sigo algo aturdida, pero agarrándome a la pared, voy arrastrando los pies, hasta llegar al pequeño pomo. ¿Qué pasa? ¿Por qué no se abre? ¿Por qué estoy encerrada? ¡Dios mío! ¿Habré matado a alguien? El pánico se apodera de mí, no puedo creer lo que estoy pensando. ¿Por qué me habrían encerrado, sino? Siento tantísimo miedo, estoy aterrada y me tiemblan las manos, todo mi cuerpo está tiritando, pero no tengo frio... ¡No estaré muerta! ¡Por favor! Que alguien me dé una explicación. Doy golpes a la puerta, mientras grito desesperadamente, ¿Hay alguien ahí? Aunque grito con todas mis fuerzas, mi voz es un leve gruñido, ¿Sacadme de aquí? Si nadie me oye, es porque en realidad estoy muerta... ¿Qué será de mis hijos? ¿Y de mi esposo? Estoy aterrorizada, me estoy volviendo loca... ¡Oh no! No puedo estar muerta, mi madre no lo soportaría... Mis ojos están inundados de lágrimas, que acaban deslizándose por mis mejillas y humedeciendo mi cara, tengo tanto por hacer, ¡Quiero sobrevivir! ¡Ni siquiera he cumplido los cuarenta! ¡Me queda tanto por vivir! Me siento tan agotada, el cansancio me hace desvanecer y me deslizo lentamente apoyada en la pared, hasta quedar de rodillas, sollozando, en el blanco suelo... Se abre la puerta y veo una imagen borrosa y blanquecina, que se inclina hacia mí y me coge la mano...- Anna, tranquila, levántate, estas en el Hospital Psiquiátrico.
Martika
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