Inamovible

Allí han estado todos ellos, como en una nebulosa de mil colores, rodeada de un negro que se vierte hacia el infinito. Volar hasta ellos, desearlos, alcanzarlos. Estar rodeado de sueños y flotar en el espacio sideral, volcado en ese manto de mi propio epicureísmo, absorto entre mis sentimientos, todos tan dispares y tan lejanos entre sí que el simple hecho de viajar entre ellos me produce vértigo.

Con los ojos cerrados soy capaz de ver qué es lo que tengo, que soy y seré. Observo mi final autoconclusivo, sin epilogo, y un telón que se cierra mientras el público mira atónito un trágico final.

Es como me he construido entre tantos pensamientos, es lo que cultive a través del tiempo relativo que transcurre en el alma, y todo lo que dejé labrado atrás, fuera del camino por el cual me tendría que haber guiado. Vivo naufrago en mi barquita de remos, a la deriva, mientras otros se lanzan al mar y nadan para intentar alcanzar una isla hundida. Morir ahogado no es mi opción, pero sí lo es morir viviendo lo más insignificante que me puede regalar el mundo, el detalle de mi propia existencia.