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Es fascinante ver desde aquí, en lo más alto, cómo lo cóncavo de mi morada distorsiona a antojo lo que vosotros, pobres ciegos con pies de plomo, llamais realidad. Yo floto, me elevo y me muevo con vuestro aire viciado, mas no podreis nunca alcanzar mi sueño ni verdad. Eso sí, tened cuidado y no me hableis alto ni me mostreis cómo veis, pues podría resquebrajarse mi burbuja de cristal y qué sería yo, entonces, yecto sobre suelo mortal.
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