Martes. Siete y cuarto. Suena la alarma. Maldita alarma. Abro los ojos y recuerdo un sueño que tuve esa noche en el que follaba con David, porque no se podía considerar que hacía el amor con él, en ese sueño follaba, y qué jodidamente bien lo hacía.. En fin, vuelta a la realidad.
A desayunar tostadas con mermelada de fresa, café bien cargado y para clase, que había quedado a las 8 en la puerta trasera de la facultad con Teresa, Susana y Juan, y como siempre, yo llegaba tarde. Siempre he pensado que hay una maldición sobre mí porque siempre me pasa algo, o me quedo encerrada en el ascensor, o el autobús se estropea o simplemente me caigo, siempre pasa algo... Pero bueno, tan solo fueron 10 minutos de demora.
Entramos en la clase, y esta vez tocaba biología con una profesora un poco sosa y desagradable, pero bueno, pasable, yo a veces también soy así.
Yo únicamente deseaba que fuera miércoles, para volver a ver a David, aunque una parte de mí deseaba que estuviera enfermo, de viaje... algo que le impidiera dar clase, pero no. Llegó el miércoles y ahí estaba. Camiseta de cuadros azul, pantalones vaqueros, maletín de cuero negro y ordenador de Apple, era un poco así como hipster, con el odio que le tenía a los hipster, pero ese hombre no era normal, era humanamente perfecto.
Ya empezaba el ser una rutina no tomar apuntes en matemáticas y mirar a ese hombre perfecto, mientras Teresa me decía: Ana, baja de la nube.
Me conocía tan poco pero a la vez me conocía de toda la vida, con tan sólo mirarnos, la jodida Teresa sabía que quería decir y en qué pensaba.
Llegó la hora de la comida y nos fuimos a la cafetería. Sinceramente era una gran mierda esa cafetería, pero era económica. El menú de ese día consistía en macarrones con tomate, ensalada, agua y una fruta. Los macarrones tenían un aspecto poco apetecible, pero teníamos tanta hambre que no sobró nada en ningún plato de los cuatro. Mientras comía, Juan nos comentó que ese viernes iba a ir a una discoteca con unos amigos suyos, y nos ofreció que fuéramos con él y aceptamos. Siempre he odiado las discotecas, pero el hecho de conocer a gente nueva me gustaba, y me llamaba la atención, por eso no dudé en decirle que iría con mis amigas, mis dos amigas. Teresa iría con su novio y Susana no lo tenía claro, esa chica guardaba algo de misterio que me creaba un poco de incertidumbre.
Pasó el resto de la semana escolar sin cambios, no vi a David en ningún momento, ni en el pasillo. No sé por qué pero me sentía rara, me sentía vacía....
Estaba deseando que llegara el Viernes y despejarme, y llegó.
Mis amigas de toda la vida Isa y Jen, estaban más emocionadas que yo. Siempre solíamos salir con un grupo de gente, bastante extraña y sosa, que sólo quería beber, y beber, y beber, y liarse con alguna de nosotras, así que esta oportunidad no la podíamos desaprovechar. ¡Gente nueva!
Jen estaba pasando por una situación sentimental bastante extraña por culpa de su novio, ya que él, era verdaderamente un cretino, y ella era verdaderamente idiota por soportarlo. Isa estaba soltera como yo.
Llegamos al punto de encuentro, que era la Plaza de España a las 11. Fuimos puntuales, raro en nosotras, pero esta vez el autobús fue directo, el ascensor funcionaba, y no me caí.
Llegó Juan y le pregunté por Susana, al parecer ella estaba mala y no iba a salir, y digo al parecer porque no me creía que estuviera mala. Seguidamente nos presentó a cinco amigos, de los cuales no me acuerdo de sus nombres, sólo de un chico con el que estuve hablando gran parte de la noche porque le había dejado su novia y estaba resentido... Fui algo así como su hombro, pero bueno, tampoco me importaba, porque no me interesaba ninguno de los otros, en cambio Isa no podía decir lo mismo.
Teresa estaba arrebatadora, estaba más guapa de la cuenta, y el novio tan sólo sabía mirarla mientras se le caía la baba y quedaba en segundo plano. Y Jen se pasó toda la noche whatsappeando al novio. Novedad.
Primero estuvimos bebiendo fuera de la discoteca, hasta que a la hora más o menos entramos, como siempre, el portero me pidió el DNI, tengo una cara de cría brutal pero bueno, es lo que hay. Le miré con mala cara y le dije con tono vacilante: ¿No prefieres que te enseñe el carnet de conducir? Rió y entré.
Fuimos a la barra a pedirnos la copa que nos regalaron en la entrada, ya que Juan conocía al portero, y se pusieron a bailar, mientras ( el amigo de Juan, no recuerdo su nombre) no dejaba de decirme lo mal que estaba y lo desdichado que era, lo solo que se sentía... En fin. Me bebí la copa de un trago y me fui al baño con Teresa.
Al lado del baño estaban los reservados tapados con un velo blanco y mi curiosidad fue a más, que asomé la cabeza y era una fiesta de despedida. Chicos guapos, feos, altos, bajos, babeando por una chica que bailaba muy sensual. Me hizo bastante gracia y me giré para ir al baño, pero antes de hacerlo escuché como Teresa me dijo: Ana. Me giré y ahí estaba él.
- ¿Me estás siguiendo alumna? Dijo ÉL
-Emmm... No, es que... bueno yo... eemm.... Dije yo.
David empezó a reírse y nos invitó a entrar en el reservado. Yo no sabía qué decir y entonces Teresa dijo: ¿Esto es legal? Es decir, ¿Un profesor puede estar con dos alumnas?
Yo me quedé patidifusa. Qué descarada era ella...
David dijo: ¿No puedo invitar a dos chicas a una copa?
Sonreí y entramos, claro que entramos.
En cuánto lo hicimos David dijo en voz alta: Eeeeh! He conocido a estas dos chicas, ¿Se pueden quedar? Lo dijo riendo.
No hizo falta la respuesta de ninguno, Teresa desprende una sensualidad envidiable y todos se acercaron a ella, me sentí un poco despreciada ya que ninguno se fijó en mí, pero en realidad era mejor, ya que tenía a David para mí sola.
Nos sentamos en un sofá enorme blanco.
- ¿Qué bebes Ana?
- Gintonic
- ¿Para esto no balbuceas no?
Será idiota.
Continuará...
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