El pueblo que quería ser vegano

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Había un pequeño pueblo, en México, a un par de cientos de kilómetros del Distrito Federal, su gente era muy trabajadora y, prácticamente, podían ser autosuficientes por la gran producción de frutas, verduras y vegetales, fuente principal de ingresos para todos los pobladores.

El gobernador, deseando mostrar al resto del mundo el gran nivel de civilidad alcanzado por sus habitantes, prohibió comerciar cualquier producto de origen animal: carne, manteca, pieles, lácteos, etc.; a partir de hoy - dijo en su nueva ley - nuestro pueblo será conocido por que respetamos la naturaleza y a cualquier ser viviente.

Había tres grandes familias que obtenían grandes ingresos con sus ranchos, donde criaban ganado, reses, cerdos y gallinas; por supuesto, las tres se vieron afectadas con esta resolución y la falta de un plan para determinar, no tanto la fuente de sus ingresos, sino el destino de todos los animales que aún poseían.

La prohibición fue solo sobre el comercio y no sobre el consumo de productos de origen animal; pensaba el gobernador que esa medida permitiría a los ganaderos deshacerse de su "inventario" sin mayores consecuencias.

La primera de las familias ganaderas era pobre y decidieron seguir engordando su ganado para consumo propio; pero ya no podrían darse el lujo de comprar alimentos especializados, pues ya no representaba un buen negocio, así que en sus parcelas debían producir lo necesario para tal efecto.

Por supuesto, llegó el día en que comieron hasta la última gallina y quedaron en bancarrota; la mayor parte de vegetales y granos fueron destinados para alimentar el ganado que después ellos mismos consumieron; sí, al final, no tenían ganado ni otro producto para consumir o vender.

La segunda familia ganadera no era originaria del pueblo ni tenías tierras, arrendaban una hacienda donde tenían su ganado; en cuanto se promulgó la ley vegana, salieron del pueblo, dejando todos los animales a su suerte que, en realidad, no tuvieron suerte, a falta de comida comenzaron a morir, no se sabe si por inanición o ataques de sus congéneres, lo que sí se sabe, es que los alrededores olían a carne podrida y los animales más fuertes murieron por alguna infección o tuvieron que ser sacrificados.

 La tercera familia ganadera decidió deshacerse del ganado y aprovechar todos los terrenos disponibles para sembrar; abrieron corrales, jaulas, potreros y dejaron escapar todos los animales que ahí tenían, no pensaban alimentarlos si ya no representaban un ingreso.

Como era de esperarse, toda la fauna liberada se quedó en las cercanías y consumió y arruinó los sembradíos de la familia, pasando después a los terrenos vecinos y, al final, deambulaban por las calles y la plaza del pueblo en busca de comida; se generó un caos generalizado.

Menos de seis meses duró la aventura vegana del pueblo, el gobernador tuvo que dar marcha atrás a esa ley y prometió al pueblo que en el futuro habrían de intentarlo nuevamente, planeando cada uno de los aspectos y previendo situaciones similares que pudiesen presentarse.

Quedaron dos familias ganaderas en el pueblo, que se encargaron de capturar todos los animales, volviendo al negocio sin mayores problemas; el gobierno tuvo que cubrir los gastos de limpieza y desinfección de la otra hacienda ganadera y el pueblo aún sigue esperando (y temiendo) la nueva propuesta vegana.

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Dedicado a Libertad, gracias por el reto, la palabra fue "vegano" y la categoría "Reflexiones"; lamento que haya pasado tanto tiempo para poder cumplir, estaba en ausencia de inspiración.


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