Siempre que me pide que vista liguero y tacones, sé que será un encuentro especial.
Lleno de sorpresas, de romance, de erotismo...
Cuando sucede, me excito apenas al oír su voz. Mi corazón se acelera, mi mente empieza a volar y mientras me visto ya me voy mojando. En ocasiones han sido tantas las ansias, que he tenido que masturbarme en el bidé antes de terminar de arreglarme.
Ese día llegamos a su apartamento y me recibió con champagne. Me dijo: hoy tendremos una fiesta!. Yo lo besé. Tomamos un par de copas que rápidamente me hicieron sentir burbujas en la cabeza y el vientre. Mientras él servía un poco más, puse algo de música y decidí hacerle un strip tease.
Bailando sola me despojé de mi blusa y saque las tetas por encima de mi bra. Luego volaría la falda, me soltaría el pelo y por último mi panty, que me había colocado encima del liguero. Así que allí quedé para él como me había pedido: mis tacones, medias, liguero y las tetas apretadas en el sostén.
Él se levantó. Tenía la verga dura y le sobresalía un gran bulto del pantalón. Tenía un antifaz de esos que se usan para dormir, con el que tapó mis ojos mientras me besaba. Se colocó detrás de mí y tras acariciar mis tetas, besar mi cuello y hundir tímidamente un dedo en mi vagina ya húmeda, fue a lo suyo. Tomó mis manos y la esposó en mi espalda, gentil pero firmemente. Luego sentí que pasaba una soga por mis tobillos, con la que amarró mis piernas a esa altura. ¡Era excitante!
Luego se alejó por unos minutos. Tantos que pensé se había marchado. Oí como un rumor a lo lejos, pero no venía. Le llamé con un grito y eso sólo sirvió para que me amordazase la boca. si bien me sorprendió, debo confesar me excitó aún más y me alivió saber que no me había abandonado.
Ahí comenzó su juego. Me hizo arrodillarme y la boca se me hizo agua. Pensé que me liberaría de la mordaza y me dejaría comerme su verga toda. Pero en su lugar sentí un frío agudo recorrer toda mi espalda, que me hizo sentir escalofríos y temblar. Jugaba con un hielo por todo mi cuerpo. Primero fue la espalda, pero cuando llegó a las tetas sentí que mis pezones iban a salir disparados de lo duros que se pusieron. El hielo iba derritiéndose, dejando un rastro de agua, que fue lo que apenas llegó a mi zona bajventral junto a su mano.
Pero él no se dió por vencido. Tomó otro cubo de hielo y lo frotó contra mi sexo, hasta que logró introducirlo y comenzó a masturbarme con él.
¡La sensación era desesperantemente excitante!, El hielo hacía que todo mi sexo se contrajese. Repelía el frío del hielo que gracias a dios iba derritiéndose rápidamente, pero al mismo tiempo me dejaba la sensación de querer que me metiera algo más grande
Traté de pedírselo. Que me cogiera. Que me metiera su verga que ya debía estar demasiado dura. Pero la mordaza convirtió mis peticiones en balbuceos.
Fue entonces que las sensaciones comenzaron a multiplicarse y me confundí. Mientras el frío seguía en mi concha, una mano me apretaba los pezones. Y sentí en mis nalgas un dolor que me quemaba, junto a un silbido, como a quien le dan un latigazo.
Protesté confundida, pero aún excitada. Al segundo latigazo, traté de zafarme de mis amarras y mi posición.
Él me besó en el cuello y me susurró al oído, mientras me quitaba la mordaza: Tranquila, mi cielo. Te dije que tendríamos una fiesta hoy, ¿no?. Y ya llegaron los invitados.
Cuando la visión volvió a mis ojos, pude ver siete hombres semidesnudos además de él, con sus vergas apuntándome, ya listos para jugar conmigo toda la noche.
¡Sentí pánico!
Algunos rostros me eran conocidos algunas vergas también, pero verlas así de sorpresa a todas juntas me intimidó, aunque después la pasamos todos ¡muuuy bien!
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