No todos somos héroes o heroínas. Hay gente que fracasa y nunca logrará convertirse en esa persona que es anhelada por su pueblo. Un héroe, ante todo es persona y padre, y está deseando, después de una dura batalla, llegar a casa para poder abrazar a su familia.
Pero un buen día ese héroe que va salvando el mundo, se despierta y sin apenas acordarse de nada, se da cuenta de que el motivo por el que luchaba cada guerra había desaparecido, su familia, su pilar de apoyo, habían desaparecido de la faz de la tierra. Y así sin más, se convierte en un héroe que libra guerras a cambio de dinero, un mercenario.
Y qué hacer si no tenemos motivos para seguir luchando en esta vida llena de obstáculos, qué hacer cuando llegas a casa y no hay nadie para que coree tus victorias porque como sabemos las alegrías son dobles y las penas la mitad. Tan solo te queda ayudar a enseñar a luchar a los demás para que libren sus propias batallas, sabiendo que ya no queda nada para tu fin. Porque todo héroe tiene una época de gloria que tiene un final. Un final que sabe que no tardará en llegar, y que lo está anhelando, quizá en el cielo le espere una nueva vida como recompensa a todo el sufrimiento que ha padecido en la tierra. Es difícil seguir luchando tú solo una batalla en la que tarde o temprano vas a caer derrotado. Porque uno solo, por mucho súper héroe que sea, no puede alcanzar la felicidad sino es al lado de alguien.
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