Se encontraba nuevamente sentado en una de las tantas sillas desparramadas en el lugar, con un lápiz negro 2B moviéndose entre los dedos, jugueteando en su mano. No estaba pensando nada en específico. Su mente pasaba de cosas a lugares, de lugares a paisajes, de paisajes a personas, todo caía en su cabeza en formas de imágenes nítidas, claras como el agua, una tras otra. Vio el papel encima de la mesa. Luego vio hacia arriba, recordando una pintura que había visto ya hace tiempo. La pintura la recordaba bien, era un lago que aparecía en el claro de un busque y de fondo montañas. Volvió a ver el papel, ya tratando de decidir por dónde empezar el dibujo que tenía en la mente. Iba a empezar con el primer plano de la pintura, pero no se decidía por cuál tipo de árbol dibujar, o de qué forma situarlos. Trató de hacer las montañas para poder superponerlas, pero no lo convencía. Tras un rato de borronear la hoja, se decide dibujar el lago. Hace una forma irregular en medio del papel. Apoya suavemente de costado el lápiz, desliando la punta de un lado a otro de la forma, dándole una tonada de gris, mostrando que ésa forma era algo dentro del blanco de la hoja. Con la goma borra partes de lo que ya era agua, para darle luz, vida. Trata de dibujar cuidadosamente flores y un pasto alrededor del agua estancada. En el momento en que alejó el lápiz del papel se dio cuenta que había escrachado el dibujo, lo había arruinado.
Su primer fracaso no iba a hacerlo cesar de su intención de poder capturar una imagen de su mente en una hoja, no, él era testarudo, un poco cabeza dura. Hace un bollo con el papel usado y lo deja a un costado, casi ignorando su existencia. Debajo de éste aguardaba otro totalmente en blanco, listo para que él pudiera seguir con su actual objetivo, su capricho. Ahí es cuando se le vinieron ésos hermosos ojos a la mente, con total y completa determinación empezó el nuevo dibujo. Primero hizo el contorno que presentaba los parpados con el globo ocular, dándole su respectivo sombreado, sus tonos en blanco y negro que proporcionaba profundidad y textura, hasta continuar con su iris, oscura, con destellos de luz que pasaban por todo el ojo. Las pestañas llevaron su tiempo, no podía hacerla uniformes ni muy diferentes, lo sabía bien, él quería que quede perfecto. Llegando a las cejas se preguntó si sería de hombre o de mujer, tras unos segundos se decide por una ceja cuidadosamente depilada y con una forma singular, una ceja de mujer. Su primer intento dio como resultado líneas sin una forma clara, completamente diferente a lo que él quiso hacer. Borroneando una y otra vez, decide quedarse con una ceja parecida a la que él tenía en mente.
Sabía bien que el ojo no podía quedar solo en ésa hoja tan amplia, casi enorme. Sin pensarlo continúa los detalles de la cara, las sombras de los pómulos, la nariz media puntiaguda, hasta que se encuentra con otro obstáculo, la boca. Intentó con labios abiertos, cerrados, gruesos y hasta mordidos. Ninguno le complació. Finalmente se quedó con dos labios finos, con una ligera inclinación que escondía una sonrisa. Cada arruga que se le venía a la cabeza era ideal para la clase de mujer que estaba creando, no tan joven, con rasgos que permitían ver la experiencia de toda una vida. Dibujó arruga tras arruga, sin que el lápiz le temblara lo más mínimo. En ése momento se encontraba inspirado, ¿Cómo podía parar? Prosiguió con el pelo, pensó en un pelo liso, finalizándose con puntas onduladas pero, cuando estaba por apoyar nuevamente el lápiz sobre la hoja, escuchó una voz chillona interrumpiendo su obra de arte.
-¿Rodriguez? ¿Qué está haciendo?
-Nada profe...
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